Un líder, un estadista
abril 9, 2015 5:34 am

El 23 de marzo falleció a los 92 años Lee Kuan Yew, héroe de la independencia y la construcción nacional de Singapur, esa pequeñísima nación asiática de 697 kilómetros cuadrados cuyo ingreso por habitante es de $51.709.
El 23 de marzo falleció a los 92 años Lee Kuan Yew, héroe de la independencia y la construcción nacional de Singapur, esa pequeñísima nación asiática de 697 kilómetros cuadrados cuyo ingreso por habitante es de $51.709. Para que nos hagamos una idea, pensemos que el territorio singapurano es más de mil trescientas veces más pequeño que el de Venezuela y su PIB per capita más que cuadruplica el nuestro.

 

 

Una pequeña isla sin recursos naturales, densamente poblada por migrantes chinos, malayos, indios y de otras etnias, con cuatro idiomas oficiales y notable diversidad religiosa, siendo las de más seguidores el budismo (en sus tres principales vertientes), el islam, el cristianismo (católicos, protestantes y ortodoxos), taoísmo e hinduismo, más otros credos minoritarios. No era lo que se diría una fija en la apuesta para salir del subdesarrollo cuando en 1963 se independizó del Reino Unido como parte de la Federación de Malasia y en 1965 se separó de esta para iniciar su camino propio.

 

 

Cuando uno llega a Singapur lo primero que siente es orden; cuando uno se despide, a la sensación de orden se han sumado las de progreso e igualdad. Es una república parlamentaria, un pluripartidismo imperfecto con régimen estricto de libertades restringidas, de un modo que no es visible pero sí real, aunque no sea comparable con las dictaduras asiáticas o europeas. Autoritario, no arbitrario, con un reconocido imperio de la ley e independencia del poder judicial. Y la honestidad del gobierno es característica y garantía.

 

 

Lee Kuan Yew fue un político de formación socialista, influenciado por Harold Laski y militante del movimiento anticolonial. Supo ser pragmático al actuar y al gobernar. Se alejó de dogmatismos para buscar modos de llevar a su país “del tercer mundo al primero”, lo cual no solo se ve en sus impresionantes indicadores económicos o en su infraestructura: el segundo puerto y el mejor aeropuerto del mundo. Ochenta aerolíneas que lo conectan a 200 ciudades en 68 países. Su educación, salud, seguridad social y vivienda hacen que tenga el noveno índice de desarrollo humano del planeta.

 

 

Puede discreparse de sus ideas y su modo de ejercer el poder, aunque Lee lo dejó 25 años antes de morir, pues no se consideraba eterno. Pero con esos resultados no se puede discutir.

 

 

Ramón Guillermo Aveledo