Un deseo para Venezuela

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Un deseo para Venezuela

Que en los diálogos de República Dominicana la sensatez permita que surja una luz de esperanza.

 

La libertad de expresión y la libertad de asociación no son solo dos derechos humanos fundamentales, sino también indicadores de qué tan democrático es un sistema de gobierno. Si se mira lo que hoy en día ocurre en Venezuela a la luz de estos dos temas, no puede sino confirmarse lo ya tantas veces dicho respecto a que del otro lado de la frontera ya no hay democracia.

 

 

Según denunció el Sindicato Nacional de Trabajadores de la Prensa, en 2017 no cesó la arremetida del régimen contra los medios que no están bajo su sombrilla: 69 fueron cerrados entre emisoras, periódicos y cadenas de televisión, al tiempo que se presentaron 498 agresiones contra comunicadores –26,6 por ciento más que en 2016– y 66 detenciones. La restricción al acceso al papel y las órdenes para retirar de las parrillas de los cableoperadores canales extranjeros de noticias –entre ellos el de esta casa editorial– son dos herramientas de censura que volvieron a utilizarse en el 2017.

 

 

 

En 2017 no cesó la arremetida del régimen contra los medios que no están bajo su sombrilla: 69 fueron cerrados.

 

 

Hay que referirse también a los presos políticos. En principio, pareciera una buena noticia la de la liberación de 44 de ellos con motivo de la Navidad y en el marco de las negociaciones que en enero retomarán el Gobierno y la oposición en República Dominicana. Pero basta ver las historias detrás, de cómo estas personas llegaron a estar tras las rejas y escuchar denuncias de que las detenciones continúan –muchos hablan de una auténtica ‘puerta giratoria’– para perder el optimismo y, al contrario, entender lo necesario que es seguir presionando para que todos aquellos privados de la libertad por sus ideas sean inmediatamente liberados. Según la Asamblea Nacional, esta cifra rondaría los 400.

 

 

 

Hoy, cuando se expresan deseos para el año que viene, el de que cese la horrible noche para el país vecino no puede faltar en las listas. Y que en los diálogos de República Dominicana la sensatez permita que de ellos surja una luz de esperanza. Así sea tenue.

 

 

 

editorial@eltiempo.com

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