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Con el pretexto del posible terrorismo el nuevo presidente de Estados Unidos decreta no solamente un frenazo a los viajeros que lleguen desde Irán, Irak, Libia, Somalia, Sudán, Siria y Yemen, independiente de su estatus, durante al menos 90 días. Lo que sienta bases, si no prohibir a rajatabla, para filtrar en extenso a cualquier viajero que se le ocurra, incluso, tomen nota, desde Venezuela en cuanto el señor Trump llegue a esta parte del mundo.

 

 

 

Una interpretación más extensa permite que las autoridades puedan rechazar la admisión de individuos de cualquier otro país o territorio que el Departamento de Seguridad Nacional haya calificado como refugio para terroristas. En la actualidad, se enumeran las siguientes áreas: Egipto, Líbano, Afganistán, Pakistán, Colombia, Venezuela, Sur de Filipinas, Trans-Sahara (Mali), El Sulu / Sulawesi, mares del litoral. A sus residentes se les podría negar la entrada a los Estados Unidos.

 

 

 

Sin embargo, en un país donde existe verdadera autonomía de poderes, en el judicial el sábado (28 de enero) un juez federal suspendió temporalmente los efectos del decreto presidencial, con el fin de permitir el ingreso de personas con documentación válida durante un amplio lapso de confusión del personal de inmigración.

 

 

 

Muchas decisiones de Obama puede anular el recién llegado presidente, pero hay una que sin duda no borrará, aquel decreto ejecutivo que definió a Venezuela –la revolucionaria, este calificativo no fue expresamente mencionado, pero está implícito– como amenaza para Estados Unidos, y que engrana a perfección con decisiones finales del 44 presidente, como el portazo en la cara a los cubanos que quieren huir del desastre del castrocomunismo. Bases que pueden ser útiles a las sombrías posiciones ideológicas, amenazas y ya ejecuciones en desarrollo del novel y muy decretador presidente estadounidense.

 

 

 

 

A los criollitos asustados por el desmoronamiento venezolano, tanto como a simples vacacionistas, las visas en la embajada de Valle Arriba se nos van a retrasar y a complicar aún más y, a pesar de tener visa en el pasaporte, podríamos ser retenidos en cualquier aeropuerto estadounidense e, incluso, devueltos a criterio de los funcionarios de inmigración que, no olvidemos, nunca sonríen y son autónomos e independientes.

 

 

 

No pensemos, como lejano, en la agresividad antiinmigratoria de Trump, porque ha dejado bien clara su dura posición frente a inmigrantes de cualquier nacionalidad no blanca, no olviden ese detalle. Su desasosiego más cercano está en su frontera sur, pero su aversión es racial y, en consecuencia, continental, latinomusulmana, para ser más precisos.

 

 

 

Míster Trump no necesita de riesgos emocionales y noticiosos adicionales con los venezolanos; tiene a mano dos recursos que le ganarían popularidad entre sus electores wasp e hispano-citizens. Ambos con enormes consecuencias para un país de ninguna o muy limitada capacidad productiva, además de un gobierno torpe, ignorante y terriblemente equivocado en lo que sea que llame “política económica”.

 

 

 

Ya, antes que Donald Trump accediera a la Casa Blanca, nuestro tradicional, principal y más rentable comprador de petróleo estaba reduciendo su necesidad de importar crudo foráneo, por la simple decisión de dejar de lado temores ambientalistas y soltar las amarras de la exploración y extracción de petróleo vía craking, malas noticias para Venezuela y su gobierno obsesionado, vociferante, lleno de amenazas y rechazos hacia el principal cliente petrolero. Pero además, apenas se apareció y sentó en la oficina oval, abrió las puertas a dos grandes oleoductos: Keystone XL y Dakota, que venían siendo apaciguados por los mismos ambientalistas. Ya no tienen frenos legales y en pocos años podrán llevar hasta las refinerías poco más de un millón de barriles del mismo tipo de crudo pesado que Venezuela todavía les vende.

 

 

 

El crudo espeso y de difícil manejo que encontramos en la Faja petrolífera llamada “del Orinoco”, y el que sale de la extensa provincia de Alberta, en Canadá, son similares, con un detalle: por el procesamiento del petróleo pesado venezolano, esas refinerías del sur estadounidense están plenamente adaptadas y listas para el rival canadiense. Cosa simple, bastará con abrir las llaves de los oleoductos y no descargar tanqueros procedentes de Guanta.

 

 

 

Y eso, más o menos coincidente con las próximas elecciones presidenciales venezolanas –en caso que se realicen–, de manera que las promesas electorales, de Maduro, El Aissami, Diosdado o cualquier candidato(a) revolucionario, tendrán que hablar del importador capaz de comprar 700.000 barriles diarios, pero al cual le debemos decenas de miles de millones de dólares. Hoy, mucho del petróleo que les enviamos a los chinos no lo pagan, sino que lo descuentan de la colosal deuda, aparte de los 100.000 de obsequio chavista a la revolución cubana.

 

 

 

De manera que las trumpadas no vendrán solamente desde Washington y –quizás– Moscú, sino también desde Pekín. Los chinos ni son ni han sido nunca amigos comprensivos de nadie, sino negociantes descarnados. Chavistas y maduristas en ciega sucesión siempre han creído, con ingenuidad de alta bobería, que cuando una petrolera se asocia con Pdvsa es por aquello de la hermandad internacional y no por interés de negocios fríamente calculados, igual que cuando piensan que en la capital de la Republica Popular China y la capital de Rusia vibran con lecturas caletreadas de Lenin y Mao, sin ver el abrumador, creciente y arrollador capitalismo de esos países que, aunque absolutistas, dejaron el comunismo en el abandono.

 

 

 

A Venezuela le vienen tiempos difíciles como inevitable tempestad, mientras Dilma, Cristina y Lula perdieron influencia, están fuera de circulación y con denuncias fuertes de corrupción, el anciano malicioso y jefe sobreviviente Castro avanza inexorablemente hacia la demencia senil, Correa y Morales avizoran olvidos.

 

 

 

Duro el futuro que se observa, no será fácil, requerirá sacrificios, mucha tenacidad y audacia. Como siempre con la Venezuela de antes no distorsionada, sus recursos naturales y la excelencia ciudadana, sabremos sortear las dificultades y saldremos adelante aprendiendo de nuestros errores y tomando todas las medidas de prevención necesarias para evitar que sigan llegando profetas, demagogos, petulantes y sinvergüenzas a destrozar nuestro futuro.

 

 

 

Armando Martini Pietri

@ArmandoMartini

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