Traiciones y recados por mampuesto
mayo 14, 2016 5:12 am

 

El internacionalismo proletario ha servido, desde que Marx y Engel advirtieron al mundo sobre el fantasma, para encubrir las más grandes traiciones y las peores entregas de riqueza y territorio. La gran mentira se desveló cuando después del derrumbe del muro de Berlín y la implosión de la Unión Soviética quedaron a la intemperie los problemas nacionales y religiosos que decían haber resuelto, pero mantenían ocultos con la represión más sórdida. Desmantelada la cortina de hierro, los países de Europa oriental recuperaron su autonomía, pero fundamentalmente la soberanía que había estado en manos de Moscú con la alcahuetería y traición de los dirigentes comunistas nacionales.

 

 

 

La idea de la nación común gobernada por los trabajadores, los proletarios, naturalmente dotados de los mejores sentimientos humanos y de una solidaridad a toda prueba, en la cual a cada quien se le exige según sus capacidades y recibe según sus necesidades, ha causado más muertes y calamidades en menos de 168 años que el cristianismo en 2.016 años, incluidas las Cruzadas, la Inquisición y todas las demás barbaridades. Desde mucho antes de que Torquemada aplicara su tizón para descubrir infidelidades a Dios, ya existía una lista de infidelidades contra la patria, delitos que costaban la vida o, cuando mediaba el perdón del soberano, el ostracismo.

 

 

 

En América la traición fue más de los nativos, o nativas, pero en Venezuela la que más se recuerda es la de Puerto Cabello, la del canario Francisco Fernández Vinoni, que el 30 de junio de 1812 entregó el castillo de San Felipe, en Puerto Cabello, a los prisioneros realistas que se encontraban recluidos allí. Ni en el resto de la guerra de Independencia ni en la Guerra Federal hubo hechos se similar magnitud, aunque proliferaron las deslealtades y traiciones.

 

 

 

Es a finales del siglo XX y principios del XXI cuando los venezolanos vuelven a ser víctimas de delitos de lesa patria. En los años sesenta, bajo engaño los más, una facción importante cree que podrá emular “la hazaña” de Fidel Castro y el Che Guevara en Sierra Maestra y asume la lucha armada como la vía para instaurar el socialismo, la felicidad. Fue Fidel y el Barbarroja Manuel Piñeiro quienes azuzaron a los jóvenes del MIR y del PCV, ofreciéndoles armas, dinero y entrenamiento, para que sacrificaran su vida para hacer de América una sola nación. Nunca les dijeron que la capital sería La Habana ni que Moscú administraría la riqueza del continente. Venezolanos que se decían patriotas y revolucionarios se pusieron al servicio de un poder extranjero para someter a su pueblo al socialismo, pero fracasaron. Después otros similares escogieron la vía electoral y llegaron a la meta, les encanta La Habana y abrazar a Fidel. Vendo manual de definiciones.

 

 

Ramón Hernandez