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Trabajo en equipo

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Trabajo en equipo

La noche del martes pasado presentamos el libro de Alfonso Saer, a casa llena en el salón hotelero y con un presídium grandes ligas. Empezando por Luis Aparicio, el venezolano en Cooperstown y Don Héctor Alvarado, epónimo del velódromo de nuestra ciudad y gloria del ciclismo nacional.

 

También estaban Domingo Carrasquel, quien me dio consejos muy propios de su garra de estratega y Rubén Mijares, una enciclopedia viviente del juego de pelota, el Rector Francesco Leone y el director de esta casa, que es la de Saer y la mía, Juan Manuel Carmona Palenzona junto al directivo de la LVBP y buen amigo, podríamos decir que un larense nacido en Urica, Anzoátegui, Domingo Alvarez.

 

De maestro de ceremonias hizo el siempre cordial Luis Rodríguez Moreno. A Saer le agradecemos su libro Pedales y Pelotas, en cuyas páginas narra de memoria distintos episodios del deporte nacional y de su vida, lo cual a veces se confunde porque unos y otros se entremezclan. Pero, sobre todo, le agradecemos habernos permitido vivir en la distancia esos grandes momentos a través de su voz.

 

De su narración precisa, de su descripción detallada e inmediata que permite recrear. Por ejemplo, hablando en perspectiva larense, aquella noche de 1991 cuando ganó Cardenales su primer título o las Vueltas a Venezuela en bicicleta, como cuando después de década y pico de sequía, el quiboreño Olinto Silva la ganó.

 

El susto, el suspenso que acompaña como un sino a esta cosa incurable que es ser cardenalero, están unidos inseparablemente a la voz de Saer. Nuestros grandes recuerdos vienen a la memoria en la voz de «El Narrador”. Tengo para mí que Alfonso Saer, narrador y cronista deportivo de kilates, podría ser un analista político por lo menos tan bueno.

 

La opinión, que para más de uno puede sonar rara, se debe a que tanto el ciclismo de ruta como el beisbol, guardan su parecido con la que Lord Tweedsmuir consideraba como «la aventura honorable” de la política. La lucha política es tan difícil como ganar una Triple Corona, logro excepcional que en el ciclismo alcanzan los que conquistan en el mismo año el Tour de France, el Giro italiano y la Vuelta a España.

 

En ambos escenarios competitivos hay subidas empinadas y bajadas de vértigo y en uno y otro puedes «patinar” sobre caminos de los que llaman los expertos «adherencia comprometida”. El beisbol, como la política no tiene límite de tiempo. El juego se decide por la proeza o la torpeza humana. En el beisbol, como en la política, los fracasos son muy frecuentes.

 

Un gran bateador tiene un promedio de .300, que quiere decir que batea tres de cada diez turnos. En uno y otro , el héroe de un lance puede ser villano poco después y lo contrario. Quien hizo la atrapada sensacional puede poncharse en un turno decisivo, pero el pitcher que fracasó enj contener la toletería rival hoy, puede mañana salvar el juego que llaman «el bonito”.

 

Pero de todas las cosas en las que se parecen deporte y política, siendo tan distintos, es en la importancia del trabajo en equipo. En la pelota es obvio, evidente. Nadie gana un juego, y menos un campeonato, jugando solo. Todos hacen falta. Y en el ciclismo de ruta, el sentido de equipo es lo más difícil de lograr, pero lo más importante.

 

Es verdad que una carrera puede ganarse por una escapada individual, pero no sirve el ciclista que siempre está dependiendo de esa posibilidad, como en política quien más rinde no es el que quiere comérsela por su cuenta siempre. El más valioso siempre es jugador de equipo, porque el trabajo en equipo es lo que mas vale, en el deporte, en la política y en la vida.

 Ramón Guillermo Aveledo

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