Trabajo
mayo 3, 2014 10:22 am

“El hombre con su trabajo ha de procurarse el pan cotidiano, contribuir al progreso de las ciencias y de la técnica y, sobre todo, a la incesante elevación cultural y moral de la sociedad”.

 

Con esas palabras inicia su encíclica El Trabajo Humano Juan Pablo II, canonizado el pasado domingo 27. La dignidad del trabajo es personal y social, económica, científico-técnica y moral. Por eso está inseparablemente munida de la dignidad de la persona. Y comprenderlo ayuda tomar el hilo por la punta. Dios hizo al mundo trabajando y al séptimo día descansó, y una vez creado el hombre, lo puso en el jardín del Edén “para que lo cultivara y lo cuidara”. El trabajo está en la condición humana.

 

En la misma jornada de la elevación a los altares de San Juan Pablo II, el pontífice que nos invitó a no tener miedo, Francisco canonizó a San Juan XXIII, el Papa recordado por su bondad, su cercanía paternal. También por su impulso renovador de la Iglesia y su valoración del trabajo.

 

En Madre y Maestra usa palabras directas. “Una profunda amargura embarga nuestro espíritu ante el espectáculo inmensamente doloroso de innumerables trabajadores de muchas naciones y de continentes enteros a los que se remunera con salario tan bajo que quedan sometidos ellos y sus familias a condiciones de vida totalmente infrahumanas”.

 

Es injusto un orden económico que ponga en peligro la dignidad humana del trabajador o le impida la libre expresión de su iniciativa propia, dice. Su concepto amplio e integral implica que las relaciones entre empresarios y trabajadores “lleven el sello del respeto mutuo, de la estima, de la comprensión y, además, de la leal y activa colaboración de todos en la obra común…”.

 

En Paz en la Tierra, Juan XXIII contempla “el avance progresivo realizado por las clases trabajadoras”. Reclama “que no se les considere nunca simples objetos carentes de razón y libertad…”.

 

Todo esto lo recuerdo no solo por el acto del domingo en la Plaza de San Pedro. Mañana es 1° de Mayo, Día del Trabajador. Una jornada que debe estar dedicada a la reivindicación del derecho al trabajo y a los frutos del trabajo. En Venezuela tiene razón el mundo del trabajo a reclamar sus derechos. El salario pierde valor por la inflación y es atacado por la escasez. No crece el empleo. La libertad de asociación sindical está en entredicho. Así como hay diálogo económico y político, debe haber diálogo social. Las diversas dimensiones de la vida humana en comunidad requieren atención en esta hora crítica.

 

Ramón Guillermo Aveledo