Toy contento…
diciembre 4, 2015 10:27 pm

Como me gustaría que, mayoritariamente, los venezolanos –los que se sienten auténticos ciudadanos democráticos, cívicos y decentes- pudiéramos entonar este lunes 7 de diciembre la vieja canción del maestro Billo, Toy Contento, que según relatan algunos historiadores, fue la que cantaron los caraqueños el 23 de enero de 1958 cuando salió volando el dictador Marcos Pérez Jiménez.

 

 

 

¿Cómo amanecerá el 7D? Esa ha sido la pregunta más recurrente que me han hecho en los últimos días. Y quisiera, para serles muy sincero, poder tener el don de vaticinar el futuro con tal grado de acierto que lo que les pronostique sobre el resultado electoral de este domingo sea “irreversible”, como le encanta decir en la madrugada a la presidente del CNE.

 

 

¿Cuál será el escenario después del 6D? ¿Cómo quedará compuesta nuestra Asamblea Nacional? ¿Se sentarán en los curules diputados que lucharán por los intereses del pueblo que los eligió o de nuevo tendremos a los “levanta-brazos” de siempre que obedecerán exclusivamente a los dictámenes de sus toldas políticas? Porque no podemos olvidar que el poder legislativo es para representar y ser la voz del pueblo, que lo coloca con su voto debajo de la cúpula del Capitolio. Recordemos que los parlamentarios no podrán asfaltar calles, ni mejorar el servicio de recolección de basura, ni restablecer el alumbrado público; pero sí podrán aprobar leyes que nos alejen de este modelo comunista -que no sirve- y luchar para que esos mandatos se cumplan, sin olvidar su función contralora.

 

 

Pero si algo ha llamado poderosamente mi atención, es la “serenidad” (así, entre comillas, porque a veces no sé si más bien es apatía o mesura) que he observado en los electores. Si bien algunos aún expresan cierto aire triunfalista –en ambos bandos, porque tanto oficialistas como opositores se saben ganadores- he percibido en muchos otros una cautela que no había apreciado en elecciones anteriores. Supongo que los desengaños de los procesos pasados han hecho su efecto. Muchos me aseguran que esta vez esperarán los resultados con la racionalidad de quien cree que cualquier cosa puede pasar. Algunos me han dicho, a pesar de no estar convencidos de la transparencia del proceso, que no se abstendrán de ir a votar, porque insisten en que es la única vía que les queda para expresar su descontento. Y hay otros que, con cara de pesar, me han adelantado que esta es la última elección en la que participarán porque, si los resultados vuelven a ser favorables para este régimen, se largan del país.

 

 

Al final, la motivación de la mayoría de los ciudadanos que irán este domingo a votar es presionar para que la rueda de los cambios comience a girar y se produzcan las enmiendas que se necesitan para salir de esta payasada comunistoide del Siglo XXI. Porque los ciudadanos de este gran país que el 6D, una vez más, ejerceremos nuestro derecho al voto, merecemos que se imponga la voluntad del pueblo, y no la de un partido político. Nos urgen instituciones públicas imparciales, despolitizadas, que obedezcan a los mandatos de la Constitución y al interés colectivo, y no a los caprichos de un anteproyecto de déspota, que apela en sus argumentos al arma que utilizan aquellos que no tienen razón.

 

 

Porque necesitamos rediseño, reconstrucción y reunificación en torno a un objetivo común: Venezuela. Porque una nación se edifica cuando sus ciudadanos están conscientes de que de ellos depende el progreso del país, y no de las dádivas o sobras que lanzan los que se atornillan en el poder. Porque los ciudadanos tenemos un derecho, libre y democrático, a expresarnos de la forma que queramos, y nadie puede cercenárnoslo, por más miedo y odio que quieran sembrarnos. Porque Venezuela es amplia, es bella, es diversa hasta en sus paisajes. Y esas diferencias las tenemos sembradas en nuestros genes. Porque Venezuela es una nación de muchas gamas, matices y tonos. Es imposible, por más que hayan intentado, que nuestro país sea monocromático y gire en torno a un pensamiento único. Porque las diferencias han existido desde siempre; pero también, desde siempre, supimos convivir con ellas. Porque ya vimos en qué consistió este proyecto y no funcionó.

 

 

Pero, todavía estamos a tiempo de tenderle la mano a nuestro país, para ayudarlo a salir de este atolladero. Somos mayoría los que amamos a Venezuela. Somos mayoría los que aún creemos en ella y apostamos a su resiliencia. Por eso, los invito a no perder jamás las esperanzas… Yo, por mi parte, no me dejaré intimidar por los resultados, porque mi apuesta siempre será a favor de Venezuela y los venezolanos que, como yo, el lunes esperan amanecer cantando…

 

 

Hoy todo me parece más bonito,
hoy canta más alegre el ruiseñor,
hoy siento la canción del arroyito
y siento como brilla más el sol.

Toy contento, yo no sé qué es lo que siento,
voy saltando como el río, como el viento,
como el colibrí que besa la flor por la mañana,
como paraulata que deja su canto en la sabana.
Toy contento, yo no sé qué es lo que siento,
voy saltando como el río, como el viento;
me pongo a bailar, no puedo explicar
qué es lo que siento
que reviento con las ganas de cantar…

 

 

Queridos amigos… les deseo a todos la más esperanzadora de las Navidades. Nos reencontraremos con más ideas y palabras el año que viene.

 

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