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Todo el mundo (cree que) sabe lo que piensa Goodfather

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Todo el mundo (cree que) sabe lo que piensa Goodfather

 

 

Asisto a reuniones de todo tipo. Políticas. Religiosas. Parrillas. Debates. Juegos de dominó. Misas. Foros. Focus Group. Matrimonios. Velorios. Colas de supermercados. Conspirativas. Sancochos. Internacionales. Técnicas. Familiares. Encuentros deportivos. Partidistas. Parlamentarias. Regionales. En fin, como todo político, eso es, reunión tras reunión tras reunión. Periodísticas. Joropos y bailes de tambor. Ruedas de prensa. Almuerzos. Cenas. Desayunos. Huelgas de hambre y ayunos. Y eso es día a día a día a día. Y en cada encuentro, no importa ni zona, ni lugar, ni hora, ni día, no importa para nada los que concurren, los invitados: negros, blancos, zambos, morenos, ricos, pobres, clase media, trabajadores, obreros, opositores, radicales, chavistoides, bajitos, diputados, jueces, fiscales, altos, hombres, mujeres, el resto. En todos los lugares que voy, se los juro por un puñado de cruces, oigo una versión distinta acerca del papel que juega el General Goodfather en Venezuela. Por cierto, ninguna le atribuye maldades, conspiraciones, tremenduras, actos antijurídicos. Aquí voy a mencionar algunos casos. Es que la vaina de verdad me asombra. Primer caso: El CNE estaba haciéndose el loco con el gobierno de Maduro en sus intenciones de modificar los resultados de las elecciones parlamentarias de diciembre pasado. Modificar se refiere a ayudar, subirle unos punticos porcentuales para que el gafo Jaua y Pokemón Rodríguez se vieran bien. Recuerdo a la flaca Sandra del CNE que salió ligeramente alterada, despeinada, alborotada ella, con los ojos brotados y rojos diciendo, por su propia cuenta y sin autorización alguna, que el horario de las votaciones se prorrogaba por 2 horas adicionales. Es que la Tiby la manda a hacer unas cosas que ni les cuento. Más tarde la vieron ejecutando una señal, más bien una parodia, un acto teatral, una especie de morisqueta. La mímica de una persona a quien le aplican la guillotina. Fue un gesto que se hizo más que popular, viral, donde alzó su mano cerrada, el puño bien apretado, con excepción de su dedo índice, lo más recto posible, lo colocó en el comienzo del cuello, casi en la nuca, y con un movimiento rápido y firme, apretando el dedo contra la piel, lo hizo deslizar hasta cruzar la totalidad del perímetro frontal del pescuezo. Decapitación total. Fue una especie de confesión que les hacía a los jefes del PSUV, los bichos se encontraban en las inmediaciones de lo que se llama “la rampa de los resultados”. Esa actuación lo que expresaba era que el PSUV estaba raspado en la Asamblea Nacional. Que habían sido barridos. Todos ustedes saben a qué me refiero. No se hagan los locos. Y entonces el General Goodfather, y un gentío de generales acompañantes, todos de verde campaña, salió a decir, ya ni recuerdo exactamente qué, en una rueda de prensa, bautizada por el mundo como inusual algo parecido a; ¡Aquí priva la ley! ¡Aquí no hay trampa! ¡Aquí se cuentan los votos! Y quien sacó 30 sacó 30 y no 25 ni 35. ¡Ay! Cómo se tejieron historias, chismes, cotilleos, interpretaciones, conjeturas, suposiciones e inferencias. Total, que el General Goodfather se ganó de ahijados a medio mundo opositor. Segundo caso: más tardecita, con el correr del tiempo, al General Goodfather (debo guardar religiosamente respeto al saludo tradicional de las Fuerzas Armadas, no al nuevo, cuando el militar subalterno le dice al superior “Chávez vive” y aquel le contesta “la patria sigue” y no me parece correcto por la sencilla razón de que Chávez falleció, no está vivo nada, convénzanse, está muerto, es un saludo lleno de falsedades) le reconocen, en pueblos tan distintos como Acarigua y Araure, que es mucho decir y poderosos hombres de armas, los verdioliva, entre ellos, el general Clíver Alcalá Cordones, un estatus de salvador del Honor Militar y luchador incansable contra toda forma de corrupción, especialmente contra aquella logia asociada al teniente luego capitán luego ministro, luego diputado, luego empresario, luego comerciante, luego gobernador. Dicen que nuestro personaje no dejó títere con cabeza ni en los puertos y ni en los aeropuertos, ni en las zonas militares regionales, ni en la Guardia Nacional Bolivariana. ¡Y sobre los hechos y acciones antes descritas se tejen miles de historias! Unos muy sabidos dicen que Goodfather es el Jefe de Gobierno y Maduro el Jefe de Estado. Otros igualmente prestos, diligentes y sabios, aseguran que Goodfather es la única garantía democrática, pues impide que factores armados, léase colectivos, traspasen las fronteras de la legalidad y atemoricen al venezolano. Allí el General Rodríguez Torres tiene una vainita a su favor. Tercer caso: Se corre también el rumor de que Goodfather garantiza que las Fuerzas Armadas no se enamoren de la idea de imponer un régimen militar y que muchos opositores lo ven como garantía de cierta estabilidad en la eventualidad de un cambio de gobierno, de una renuncia de Maduro o en un proceso transicional. Muchos recuerdan que Pinochet siguió siendo jefe militar luego del regreso de la democracia, que Mandela conservó la estructura policial y militar del apartheid y que Humberto Ortega siguió siendo ministro de la Defensa en el Gobierno de la Chamorro en Nicaragua. Cuarto caso: rumoran que Goodfather otea que hay cambios en Miraflores, que hay renuncia presidencial en potencia y que hará falta un gobierno de Unidad Nacional que integre todos los factores políticos de importancia, un gobierno transitorio que sea garantía jurídica tanto para los que entran como para los que van de salida, de que no ocurrirán violaciones a la ley, ni persecuciones despreciables, venganzas o retaliaciones vergonzantes y antidemocráticas, y por lo tanto, Goodfather es un seguro de estabilidad en los procesos de cambio. Corolario. En todo caso Goodfather no es un hombre fácil de descifrar. Es más, me atrevo a decir que si Goodfather fuera una letra, fuera la “X” símbolo mundial de lo incógnito. No tiene acusaciones ni denuncias en su contra. Tiene actuaciones claramente constitucionales. Se declara absolutamente “chavista”. Su trabajo como Superministro de la Alimentación desde luego no funcionará. Está condenado al fracaso. Las Fuerzas Armadas no han sido entrenadas ni preparadas para asumir sistemas de distribución de alimentos, que de paso, no los hay. Su trabajo como gerente de las armas de la república tiene todavía que evaluarse a la luz de los acontecimientos venideros. Una cosa sí es cierta y los opositores debemos entenderla así. Las actuales Fuerzas Armadas serán exactamente las mismas antes y después del revocatorio o la renuncia, así sea una nueva administración pública. La reinstitucionalización del sistema militar venezolano tardará un buen tiempo. Allí Goodfather puede jugar un papel importante y decisivo. Así lo esperamos. Así se lo agradecemos.

 

 

 

@eduardo_semtei

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