¿Todavía somos venezolanos?
marzo 22, 2017 7:20 am

 

La doctora Maritza Landaeta, venezolana eminente, especializada en nutrición, desde hace años al frente de la Fundación Bengoa, recién fue entrevistada en Tal Cual:

 

 

 

“El problema actual no es solamente la escasez de comida, sino la imposibilidad de los ciudadanos para poder comprar lo que se consigue en los mercados; por lo tanto, el venezolano ha reducido la cantidad de alimentos y eso ha impactado significativamente en su salud, bienestar y hasta en su manera de recrearse, porque el comer es un hecho social (…) El venezolano está pasando hambre porque está dejando de hacer comidas. 74% de los ciudadanos dice que está haciendo dos comidas al día y eso es bastante serio, porque todos sabemos que con dos comidas no se llenan los requerimientos básicos de calorías (…) Los más afectados en esta crisis son los niños, porque ha aumentado la desnutrición grave al no contar con leche, fórmulas infantiles… Por lo tanto, los niños menores de un año y seis meses están llegando a nuestros ambulatorios y centros de salud con desnutrición grave, porque no consumen proteínas”.

 

 

 

De hecho, el título de esta noticia en Tal Cual es preocupante: “El 63% de los niños en los estratos pobres tiene anemia”. Eso le apaga la luz al porvenir, al futuro del país.

 

 

 

Ahora bien, cuando hablamos de estos niños en condición de pobreza, igual hablamos de niños que tienen una madre o un padre, o, en el mejor y no más común de los casos, a ambos, que se preocupan por ellos y tratan de llevar algún sustento a casa. Es la circunstancia que tanto hemos conocido en estos últimos tiempos donde los padres repiten con insistencia: “Me quito la comida de la boca para dársela a mis hijos”.

 

 

 

¿Pero qué pasa con los niños que no tienen esa casa? ¿Qué pasa con los niños que no tienen una madre o un padre? ¿Que no tienen un techo, así sea de zinc, para pasar la noche? ¿Qué pasa con los niños de la calle? ¿Qué pasa con esos niños que iba a recoger y dignificar Hugo Chávez?

 

 

 

Desgraciadamente, hay que regresar a la noticia que ayer estremeció al país, la de los niños asesinos en el bulevar de Sabana Grande, en Caracas. Hoy titula 2001: “Otros 4 chamitos presos por matar a dos sargentos. Suman seis los menores detenidos, cinco de ellos con edades entre 6 y 10 años”. Si ayer nos impactaba y sacudía saber que los detenidos eran una niña de 15 y un niño de 10, ¿cómo quedamos ahora que nos informan que hasta un niño de 6 años pertenece a una banda de delincuentes? ¿Qué país es ese donde una criatura de 6 años, que ni siquiera tiene edad suficiente para estar en la escuela primaria, ya está en la calle armado con un cuchillo integrando una banda de asaltantes y asesinos? ¿Qué país es este donde ya ni siquiera hay infancia? ¿Qué país es este que ya no es nuestro, que nos asusta y avergüenza y nos llena de tristeza?

 

 

 

¿Todavía somos venezolanos? La respuesta, a veces, no es fácil.

 

 

 

Mientra, el vicepresidente de esta desgracia que padecemos, Tareck el Aissami, dice que los panaderos quieren poner a pasar hambre a los venezolanos, que eso es parte de la guerra económica. En una entrevista en Venezolana de Televisión afirma que ellos están actuando y que: “El tema del pan también se lo aplicaron a Allende, pero nosotros sí vamos a actuar al respecto (…) Por los momentos hemos fiscalizado dos panaderías”. Esto es extremadamente ridículo. Si habla del pueblo, del país, ¿entonces la guerra es un asunto dos panaderías confiscadas?

 

 

 

Y el otro que tiene la guerra entre ceja y ceja es el ministro de la Defensa. Afirmó que la Fuerza Armada evalúa las “amenazas” que podrían afectar a Venezuela desde el exterior. Recordó el decreto de Estados Unidos contra el país, y sentenció: “Así comenzó la invasión a Irak. Por eso también nosotros rechazamos a los factores internos que hacen llamados a la revolución”. Y usted, amigo lector, entiende bien cuáles son esos factores internos a los que alude el sagaz general. “Esos llamados de los factores internos fracturan el espíritu nacional y si en tiempos de dificultades la nación no se une estará destinada a la violencia”.

 

 

 

Así, pues, se expresan las preclaras voces del régimen. Cuando el vicepresidente habla de hambre, ¿a qué se refiere? ¿Incluye en su consideración los datos de la doctora Landaeta? ¿Piensa acaso en los niños del bulevar de Sabana Grande? Cuando el ministro de la Defensa habla de guerra y de la invasión de Irak, ¿qué delirio le revolotea realmente en la cabeza?

 

 

 

Guerra, señores, la que se libra todos los días en el bulevar de Sabana Grande y en todas las calles del país.

 

 

César Miguel Rondón

@cmrondon