Todas nosotras, madres
enero 1, 2014 10:42 am

El 7 de junio de 2013, el periodista y escritor argentino Sergio Sinay publicó en www.vivisophia.com un artículo titulado “Todas estas madres”.

 

En él habla de la emoción que le produjo la película “Los hijos de los otros” de la cineasta francesa Lorraine Levy, una película concebida como “un cuento de hadas geopolítico” para afianzar la convicción de que son “las relaciones personales las que ofrecen opciones en los más grandes conflictos”.

 

En un hospital de Haifa, Israel, nacen dos chicos con diferencia de minutos. La madre de uno es israelí, la del otro es palestina. Casi de inmediato sobreviene un bombardeo y, confundidas en medio del pánico, las enfermeras entregan cada bebé a la otra madre.

 

Sólo 18 años después se comprobará el error, cuando el muchacho que creció como israelí quiera entrar al ejército y un análisis de sangre demuestre que no es hijo de sus padres. El otro chico, mientras tanto, es un fervoroso palestino que odia a los israelíes. La madre judía sale en busca de la verdad y la descubre.

 

Esto provoca una hecatombe en la vida de todos. Veremos la dureza de los padres, la crisis de identidad de los hijos y, por sobre todo, la entereza de las madres, ya que son ellas quienes finalmente encuentran, tras una poderosa tarea amorosa, el camino para una situación que parece sin salida pero no lo es.

 

Narra también Sinay dos casos reales: el primero, el del niño Noam Naor, de tres años, quien cayó del cuarto piso del edificio en el que vivía mientras jugaba y murió poco después en el centro médico del lugar.

 

En ese mismo centro atendían a Yakoub Ibhisad, un palestino de siete años que sufría una insuficiencia renal de pronóstico reservado. Al saber esto, la madre de Noam donó a Yakoub el riñón de su hijo.

 

“Pensé en los esfuerzos de Shimon Peres (presidente israelí) para la paz con nuestros vecinos y me di cuenta que estaba tomando la decisión correcta”, dijo Sarit.

 

También ella pensó, antes que nada, en el hijo de la otra. También para ella lo personal, lo humano, precede a los cálculos políticos, al resentimiento, al prejuicio, a la insensatez, motores de las guerras, del desencuentro, del desconocimiento del semejante. Motores de las grandes tragedias humanas”.

 

El segundo, el caso de Evangelina, de dos años, quien murió en un accidente de carro en Argentina. Su madre, Liliana Alfonso, en medio de un terrible dolor emocional y físico (ella también estuvo en el accidente y se encontraba hospitalizada) por un instante se negó a donar cualquiera de los órganos de su hija. Pero cuando se enteró de que había un niño de la misma edad de su hija muerta, Renzo Antonelli, que necesitaba con urgencia un corazón, accedió a entregar el de Evangelina. “Entendí que mi hija iba a salvar otra vida”, dijo.

 

“Hacer lo que se debe hacer”. Las madres supieron qué hacer porque el amor de madre supera todos los obstáculos. Ahora que comenzamos un nuevo año en medio de tantas incertidumbres, quiero regalarles la esperanza de que el amor todo lo puede. Como dijo San Pablo en la I Carta a los Corintios:

 

El amor es paciente, el amor es servicial; no envidia, no se jacta, no es presuntuoso; no es descortés, no busca lo suyo, no se irrita, no piensa mal.

No se alegra de la injusticia, sino que se complace en la verdad.

 

El amor todo lo perdona, todo lo cree, todo lo espera, todo lo tolera.

 

Todo pasará, menos el amor.

Ojalá que el año que empieza todas las madres asumamos el compromiso de “anticipar la empatía al egoísmo”. Como dijo Sinay:

 

Gracias a estas madres, las breves vidas de sus hijos trascendieron el dolor y se iluminaron con la luz del sentido. Todas estas madres, las de la ficción y las de la realidad, fertilizaron la vida por encima del egoísmo, del odio, de la incomprensión, de la avaricia.

 

Todas estas madres nos recordaron que los hijos de los otros son también nuestros hijos y que los otros somos nosotros.

 

Estoy segura de que podemos iluminar con la luz del sentido, asumámoslo como un compromiso.

Feliz 2014.

Carolina Jaimes  Branger

@cjaimesb