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Terror o los ositos cariñosos

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Terror o los ositos cariñosos

Nicolás Maduro inauguró una nueva fase de las llamadas OLP,  es decir, Operación para la Liberación del Pueblo a las que, según el Presidente, se le agrega “el método humanista de respeto al pueblo”, según sus propias palabras. Sin embargo estos operativos que se acompañan con allanamientos a viviendas sin que medie una orden judicial, como lo establecen las leyes venezolanas, dejan una estela de muertos en situaciones extrañas o no claras que suelen ser denunciadas como “ajusticiamiento” con una comunidad aterrorizada luego de cada operativo. Vale decir una realidad que dista mucho del cuento que dibuja con delicado pincel el señor Maduro y sus voceros del Socialismo del Siglo XXI.

 

 

Paro hay más, aunque ya hay al menos 200 casos denunciados formalmente como asesinatos en estas operaciones, ahora al señor Maduro le agrega otro ingrediente a sus operaciones humanistas y es algo que las propias comunidades han denominado las “máscaras del terror”.

 

 

Se trata pues de estas fuerzas especiales, conformadas principalmente por el Cuerpo de Contra Inteligencia Militar, a quienes se les coloca una “máscara terrorífica” quizás para hacer más efectiva la acción represora, con método humanista.

 

 

Los venezolanos ya nos hemos acostumbrado al camuflaje gubernamental o al carácter impostor de la revolución cuando lo que se hace es lo opuesto a lo que se dice. Podríamos asegurar que es una fórmula común en todas las revoluciones del siglo XX o del XXI.

 

 

 

Tras el discurso del amor al pueblo y el dogma según el cual el revolucionario socialista es el que está al lado del pueblo mientras  el resto de quienes no concuerden con ese pensamiento son los opresores, se han escondido los más tenebrosos crímenes que ha registrado la historia. Así fue en la desaparecida Unión Soviética en los tiempos de Stalin, un dictador admirado por el señor Maduro, ocurrió igual en la China de Mao, cuya foto resalta en muchos de nuestros despachos ministeriales, en el paredón cubano donde le quitaron la vida a cientos de compatriotas o en la actual Corea del Norte en donde hasta familiares del déspota son echados vivos a los perros rabiosos como alimento.

 

 

Desde luego no queremos decir con ello que lo que ocurre en Venezuela apunte a un holocausto similar, entendido ello como genocidio. Pero sí podríamos decir que este hermano menor de las revoluciones está aprendiendo con rapidez.

 

 

 

Mientras las máscaras del terror hacían su trabajo, la destacada ministra para el Servicio Penitenciario, Iris Varela viajaba para Ginebra a presentar ante la ONU su muy socialista informe, humanista él también, en el que resalta los avances que la revolución ha logrado en materia penitenciaria y en especial en lo que se refiere al aporte en Derechos Humanos de la población “privada de libertad”.

 

 

 

Claro la ministra debió poner en marcha un gran aparato “contra comunicacional” para meter bajo la alfombra a la gran cantidad de osamentas que comenzaron a aparecer en una de la prisión más importantes del país y ocultar las escandalosas cifras de asesinados y heridos en las cárceles venezolanas, que además, están dirigidas, ya no por autoridades entrenadas para esa función, sino por bandas delincuenciales que desde la misma prisión manejan sus organizaciones delictivas.

 

 

 

Por eso es que el discurso populista da para todo y permite ver como ejemplo a seguir para el mundo la tragedia que viven los venezolanos.

 

 

 

Ya comenzamos a ver dentro de la normalidad que ser diagnosticado de cáncer u otra enfermedad de complejo tratamiento es una sentencia de muerte. Igual nos ocurre cuando encontramos a familias completas hurgando en la basura para superar un día  más o una familia completa quemada en su cada por el hampa. Pero desde Venezolana de Televisión y los cientos de medios controlados desde el Ejecutivo nos recuerdan que se trata de una guerra económica y de inseguridad fabricada desde Washington, que el legado de Chávez aún vive, y que el amor de los socialistas es a toda prueba.

 

 

 

Así pues, como decía un diputado oficialista muy sonriente, esas máscaras podrían ser también la de los ositos cariñosos. Tiene razón el diputado, el resultado sería exactamente el mismo. Con los mismos muertos y el mismo terror infundido a una población doblegada por los buenos socialistas, pero con mucho amor.

 

 

Francisco Olivares

Twitter: @folivares10

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