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¿Terminará “suicidándose” la revolución?

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¿Terminará “suicidándose” la revolución?

 

El proceso revolucionario sufre la hecatombe de su propia condena, la gran mayoría de sus adeptos hace tiempo se marchó decepcionada ante tanto pillaje. En estos años se dedicaron a destruir al país malbaratándolo todo. Las inmensas reservas nacionales fueron a parar a los bolsillos de los hábiles timadores; la Venezuela con inmensas probabilidades para el desarrollo sustentable, vaciada hasta la última costura, por un grupo que nos vendió la idea del cambio hacia el progreso.

 

 

Hemos pagado caro el salto al vacío. Detrás de la ilusión totalitaria siempre existirá la ruina e inviabilidad de un modelo que jamás ha funcionado. El socialismo real es un perspicaz explotador de las miserias populares, sabe vender al odio como fórmula para dividir al pueblo entre buenos y malvados. Un infranqueable muro espiritual que condena a los elegidos al paraíso eterno y a quien piensa diferente a vivir perseguido. En el fondo es una treta para  asirse del poder para desde ahí dinamitarlo todo. Las sociedades comienzan la metamorfosis de ir todos hacia abajo. La igualdad de hundirnos al mismo tiempo, hasta el último eslabón de la cadena del martirio económico.

 

 

El saqueo nacional ha sido brutal. Una abusiva campaña propagandística de logros inexistentes, no puedes disimular la gravísima crisis que atravesamos. Una república arruinada y humillada por una comparsa de incompetentes que solo saben disfrutarse el botín. Se llenaron de plata; la pobreza conceptual y su estrechez económica la saldaron en la conversión hasta el mundo de los potentados. Según la revista Forbes de abril de este año, en la lista de las 48 nuevas fortunas del continente: existen 22 personajes vinculados al gobierno venezolano. ¿Cómo lograron salir de las penurias hasta escalar las posiciones principales en el ranking de los nuevos ricos? Eran dirigentes que solo tenían para almorzar en los comedores universitarios. Ahora son dueños de cadenas de televisión, periódicos y empresas de todo tipo. La situación recrudece hasta el extremo de tener la desgraciada dualidad de inflación y desempleo. Sin embargo, la élite gobernante florece en el esplendor de un inusitado crecimiento financiero que los ha catapultado hasta el cenit.

 

 

El mundo tiene mucho de paradójico. Mientras los dirigentes del régimen suben como la espuma en la categoría de los barones del dinero. La caída en el respaldo popular de su administración es sencillamente brutal. Cada día que pasa la brecha entre la opción democrática y el oficialismo se ensancha. Pierden en casi todas las circunscripciones electorales. La gente se cansó de tanta mentira. El ciudadano se rebela contra el miedo que inocularon en grandes dosis. Siempre buscando un enemigo externo para endosarle sus yerros. Son profundamente incapaces y mentirosos. Los revolucionarios de bolsillo ya no ejercen aquel magnetismo de la virginidad del proceso en sus comienzos. El pueblo que salía en cambote a acompañar sus insufribles peroratas, terminó en hartazgo y frustración. Sus concentraciones son paupérrimas manifestaciones de un desencanto que puede originar un histórico revés comicial que inicie la despedida del proceso. Ganar los comicios del próximo 6 de diciembre es el primer eslabón de una cadena que puede construir las bases de una salida democrática. A pesar de las dificultades que confronta el gobierno siempre será un adversario que no se entregará fácil, y más cuando es un régimen que ha hecho del despropósito su marca de presentación. Con ellos siempre estará latente la posibilidad de alguna acción violenta por parte de sus grupos extremistas; sectores recalcitrantes que amparados en la impunidad y la chequera que los financia, utilizan sus mecanismos de guerra para atentar contra la paz ciudadana.

 

 

Los procesos revolucionarios cuando entran en crisis concluyen suicidando al proyecto. Ante la falta de argumentos para seguir engañando a sus pueblos, el socialismo no sabe cohabitar con la democracia. Stalin hablaba de tener una píldora de cianuro en el bolsillo si corrían el riesgo de perder el poder. Décadas después en una conversación del presidente Ronald Reagan con su similar de la extinta Unión Soviética Mijaíl Gorbachov, este último manifestó que la única salida que tenía su país era rendirse ante la libertad. Fue una conversación franca entre dos estadistas. Sentados en un sofá de una pequeña casa en Reikiavik, la capital de Islandia, se planificó la capitulación del gran imperio rojo. Gorbachov tuvo el coraje de comprender que su sistema totalitario estaba condenado a desaparecer. No sabemos si este régimen terminará rindiéndose, estamos hablando de incompetentes cuidando el botín. Tampoco creemos que tengan los testículos para reconocer que fracasaron…

 

 

 

Alexander Cambero
 

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