¿Tendremos remedio?
mayo 19, 2014 7:55 am

Me siento extraña e incómoda haciéndome esta pregunta. Yo, que he sido una fiel creyente de que los paradigmas se pueden romper, a cada instante me encuentro estrellada contra una realidad que no puedo soslayar: la falta de valores como sociedad. Y no es nada nuevo, ni exclusivo del chavismo. Viene desde muy atrás y se instaló para quedarse… «Si tienes tu chamba, no te preocupes», pareciera ser el lema.

 

Hace años, mi amigo el Rabino Pynchas Brener me dijo que «aquí la crisis, por encima de la política, económica, incluso de la social, es de valores». Por eso cuando veo a esos jóvenes que luchan por la democracia llenos de arrojo, mística y entusiasmo, con esa valentía que para los pelos de punta, me viene a la mente la pregunta… ¿Valdrá la pena su sacrificio, o habrá que hacer maletas y dejar que la corrupción se termine de llevar esto?

 

Cada semana es peor que la anterior. Ésta me tocó ir, por distintas diligencias, a dos instituciones del Estado. En ambas, a pesar de que en sus paredes colgaban afiches de «nuestro servicio es gratuito, denuncia al corrupto», todos sabíamos que denunciar no haría más que entorpecer la obtención de lo que necesitábamos. Sobre todo después de que una enfurecida señora ante la insinuación del funcionario de que se «bajara de la mula» rompió sus papeles de la desesperación, los llamó «ladrones» y la respuesta fue una sonora carcajada.

 

En la otra oficina, otro funcionario nos indicó que «el servicio supuestamente se hace por la página web, pero como no funciona, te lo hacen unos chamos en el «cyber» que está más allaíta por una módica suma»… Calculé el monto de lo que ganaba «el chamo» que cobraba la «módica suma» y me dio Bs. 60.000 mensuales… Nada mal, ¿verdad?… Si eso es en la puerta de un ministerio, me imagino en los pisos superiores los negocios que se hacen…

 

Pero no solo son quienes gobiernan. Aquí la corrupción es un mal generalizado y aceptado por buena parte de la sociedad. Estamos tan podridos en todas partes y en todos los niveles, que terminamos formando parte de la rosca de la corrupción de una manera u otra. «No le voy a pagar al chamo», le dije a mi hija. Me alegró que estuviera de acuerdo conmigo. Pero cuando nos fuimos, había una cola de gente que decidió pagarle. ¿Tendremos remedio?… Solo el tiempo lo dirá…

 

@cjaimesb

Por Carolina Jaimes Branger