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Socialismo transitorio

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Socialismo transitorio

Después de anunciar lo que viene, que en los supermercados privados, capitalistas y constreñidos, también se aplicarán restricciones para las compras, y que solo se podrá acceder a esos comercios si el último número de la cédula de identidad coincide con el día de la semana que algún anónimo burócrata decidió que le correspondía, otro burócrata de más jerarquía, pero de similar incompetencia, se apresuró a garantizar que la medida no sería permanente, que sería levantada cuando la “situación se normalizara”.

 

Si existiera un diccionario paralelo que nos dijera qué significan realmente algunas palabras y locuciones en boca de los gobernantes, bajo los términos “transitorio”, “provisional”, “provisorio”, “mientras tanto”,“temporal”, “pasajero”, “momentáneo”, “no permanente” y sus similares aparecería “para toda la vida” o “para siempre”, término que, afortunadamente, adosan al socialismo.

 

El socialismo es una creencia como cualquier otra, pero con dos importantes y significativas carencias: por su carácter materialista y científico no hace milagros, no puede convertir el agua en vino ni las heces en oro; y por defectos de origen, de los errores de Marx, Lenin y Stalin, es un sistema económico discapacitado, carece de la herramienta que le ha permitido al capitalismo perfeccionarse y superar injusticias y contrariedades: el mercado y la ley de la oferta y la demanda.

 

Desde temprano, y mucho antes de que Lenin y sus conmilitones instauraran “el socialismo” a sangre y fuego, los estudiosos advirtieron que a la teoría económica que proponían Marx y Engels le faltaba un elemento –el mercado– y le sobraba terquedad. No hicieron caso, pero el ruso Lenin pensó que con algo de crueldad, como la de Iván el terrible, podría obtener con dos partes de hidrógeno y una de oxígeno algo distinto al agua.

 

La Unión Soviética, que fue la primera víctima del socialismo, pudo avanzar un poco porque en contra de la voluntad de Stalin, que creía en la hechicería, se aplicaron algunas leyes capitalistas después de la criminal hambruna que costó millones de vida en Ucrania. En Venezuela, el “socialismo” ha intentado sustituir las leyes del mercado con colas y restringiendo el acceso a los bienes, y cada día agregan más requisitos. En 2014 bastaba el carnet de circulación para adquirir el seguro de responsabilidad civil, ahora exigen siete documentos, que son otras siete colas.

 

Esa tendencia era inocua cuando no había comida de por medio, pero que limiten las compras en los supermercados a una vez a la semana no solo viola la Constitución, sino que pisotea la demagógica frase “a cada quien según sus necesidades”. Vendo manual de estupideces para, desde cualquier cargo en el gobierno, ponerles la vida de cuadritos a los demás.

 

Ramón Hernández

 

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