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Sin rumbo y sin conductor

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Sin rumbo y sin conductor

Los jefes de la revolución no logran definir hacia dónde remar con el bote salvavidas

 

Desde que Nicolás Maduro asumió la conducción de la República sufrimos una paralización económica que nos ha llevado a ser el país con más inflación en el mundo.

 

«El gobierno lleva 17 meses sin concretar ajuste económico» dice un titular del día de ayer en El Universal. ¿Por qué Maduro no toma decisiones? Tal parece que desde que Chávez le pasó el mando Maduro lo que ha hecho es «correr la arruga» mientras pacta con los factores internos y externos para mantenerse en el poder.

 

En estos días han sido reiteradas sus intervenciones tratando de convencer de que él es «el jefe de la revolución» y que no se deja presionar por nadie. Mientras tanto reparte viviendas a medio construir, tranquiliza a las UBCH, y lanza una masiva campaña para decir que «Maduro es pueblo».

 

Así pues dice asumir la responsabilidad en la conducción económica aunque en realidad ésta no existe.

 

Como señala El Universal, en esos 17 meses las únicas medidas que se han tomado son las cambiarias que devaluaron el bolívar. Y ciertamente una devaluación es una medida necesaria que se toma como consecuencia de un desajuste en la economía. En otras palabras, la devaluación no resuelve el problema, que es causado por malas políticas.

 

En el caso que nos ocupa es la destrucción del aparato productivo con expropiaciones y leyes de controles, el control cambiario, la eliminación de la autonomía del BCV y otros organismos, más la utilización de las empresas del Estado para subsidiar la inmensa burocracia estatal creada durante el chavismo.

 

En esta síntesis habría que agregar la alta corrupción que ha timado miles de millones de dólares sin que exista rastro del dinero desaparecido.

 

Allí pues está el centro del asunto que no podrá resolver Maduro a menos que le de un vuelco radical a su gobierno, lo cual no ocurrirá.

 

Maduro está sentado sobre una crisis económica de grandes dimensiones y sólo ha encontrado dos puntos para sostenerse. Uno es lo que le queda como heredero de Hugo Chávez y el otro, la militarización del gobierno para mantener a raya el descontento. Este último punto es muy delicado ya que sólo con ideología no es posible mantener a este sector sometido. Y allí pues hablan los negocios y los cargos en la amplia burocracia.

 

Ninguna de las voces disidentes que han salido del PSUV toca el fondo del asunto ya que forman parte del mismo modelo comunal que ha fracasado en todo el mundo comunista y hoy se alinea con el capitalismo.

 

El colapso ya ha comenzado. Grupos económicos emergentes toman las empresas. Los nuevos ricos invaden el Country Club. Pero los jefes de la revolución no logran definir hacia dónde remar con el bote salvavidas.

 

Francisco Olivares

@ folivares10

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