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¿Será bueno dialogar/pactar con el gobierno?

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¿Será bueno dialogar/pactar con el gobierno?

 

Permítanme mencionar dos adagios popularsones que calzan, o mejor dicho, dibujan con cierta precisión, a nuestro juicio, la posición correcta en relación al diálogo y los posibles acuerdos con el gobierno. Dice el primero: “Quienes ciertamente nunca podrán dialogar ni llegar a acuerdos son dos perros hambrientos y feroces frente a un multisápido hueso”. El segundo: “En política los únicos que no pueden verse son los ciegos de nacimiento”.

 

 

 

Nosotros, en Avanzada Progresista, no somos ni perros hambrientos ni ciegos de nacimiento, por lo tanto no tenemos empacho, titubeos ni vacilaciones en sentarnos frente a frente con los gerentes del chavismo (gerentes chimbos y fracasados, pero son sus gerentes) a conversar sobre Venezuela y a buscar soluciones que, sin implicar lo que muchos radicales e imbéciles –de lado y lado– piensan que es claudicar o venderse, abran definitivamente caminos de esperanza y examinen soluciones.

 

 

 

Los extremistas del gobierno sacrificaron a Pérez Abad y sus ideas y propuestas argumentando que el ministro de marras estaba rompiendo “con el sagrado legado del Eterno y los Mandamientos Benditos del Plan de la Patria”, y los radicales de la oposición negándose a cualquier iniciativa en pro de los millones de venezolanos presos de la carestía, perseguidos de la escasez, víctimas de la violencia y sufridos de la inflación aducen insensiblemente, sin que le importen las condiciones materiales de existencia de las grandes mayorías, que dialogar con el gobierno es traicionar los “Divinos Principios de la Libertad” y es como darle un “Certificado de Buena Conducta Democrática al Gobierno”.

 

 

 

Fiel a la verdad debo decir que esos dos extremos de la cabuya política solo piensan en sus intereses mezquinos e inmediatos y los demás que se jodan (los demás son los millones de venezolanos sin comida, sin alimentos, sin medicinas y sin seguridad). Hay realidades en las que los bloques opositores y oficialistas coinciden, muy a pesar de sus deseos primitivos y sectarios, pues es simplemente el sensato acto de rendirse ante la evidencia.

 

 

 

No creo que Chúo Torrealba o Maduro o Capriles o Jaua se atrevan a opinar que en Venezuela no hay colas para la compra de alimentos. Tampoco será posible que Henri Falcón o Jorge Rodríguez o Leopoldo López o Aristóbulo osen afirmar que en Venezuela estamos plétoras de medicinas y fármacos. Imaginarse que Henry Ramos Allup o Pedro Carreño o Enrique Márquez o Héctor Rodríguez puedan negar o desmentir que la inseguridad venezolana ha alcanzado cifras espeluznantes, que la matazón de policías, militares y escoltas coloca a Venezuela en el cénit del crimen planetario, no es concebible.

 

 

 

Y así podemos pasearnos por la lamentable situación de Pdvsa donde Eulogio del Pino y Humberto Calderón Berti harían causa común en atestiguar la baja en la producción o el endeudamiento criminal. Lo mismo para el patético estado de las empresas de Guayana o la crisis eléctrica o el fracaso de las empresas nacionalizadas o expropiadas. Así que de coincidencias en el diagnóstico de nuestros males y pesares no hay, digamos, mucha distancia entre los eternos rivales.

 

 

 

En cuanto a soluciones, fíjense en esto, Venezuela le solicitó a Unasur la presentación de un programa económico de rescate y estabilización de la economía nacional. Unasur cumplió y desarrolló un plan integral, pero, infortunadamente, para el momento en el cual Ernesto Samper entregó el documento al gobierno ya los sectores gritones del oficialismo habían siquitrillado a Pérez Abad y a los moderados; y fue tanto así el desprecio a su propio informe, que el presidente Maduro simplemente no asistió al acto de entrega del plan económico, en su lugar comisionó a un par de oscuros subalternos y ordenó que lo archivaran en el gavetero de las promesas incumplidas y las propuestas inútiles. Hay que rescatar de ese plan lo que sea rescatable. Fin de la historia de Unasur y sus recomendaciones.

 

 

 

Retoma entonces el diálogo económico una cierta beligerancia. Está inscrito en las necesidades imperiosas e impostergables del día a día. Si el gobierno presenta un programa de desarrollo y recuperación agrícola, que garantice buenos y abundantes alimentos, y para ello requiere de una ley especial, pues que cuente con nuestro voto parlamentario. Los supremos intereses de las mayorías son nuestros lemas fundamentales, nuestro horizonte y guía. Y no tenemos ningún veto. Sobre nada.

 

 

 

Si el gobierno quiere que el diálogo productivo, económico, político o social se realice en La Habana, o en Nueva York, o en Sabaneta, o en Santo Domingo, o en Tegucigalpa, pues bien, hasta esos confines iremos animados de esperanzas y de buenos deseos. Si nombra como embajadores a Diosdado Cabello, a la esposa de Diosdado, al hermano de Diosdado, a dos tíos y tres sobrinos de Trucutú Cabello, pues con ellos nos reuniremos tranquilamente. No tenemos vetos ni a lugares ni a personas. Un diálogo constructivo que comienza con vetos comienza muy mal.

 

 

 

Tampoco tenemos vetos a la agenda. Nosotros llevamos nuestros puntos y esperamos que el gobierno los acepte todos. El gobierno lleva sus puntos y hay que aceptárselos. Así de simple. Y a ponerle el ejecútese al diálogo. Proceso que no puede ni debe contraerse a la agenda política estrictamente. Debe incorporar aspectos económicos y sociales. Los millones de venezolanos que sufren por falta de alimentos y medicinas no están esperando que las propuestas sean simplemente las fechas ciertas del revocatorio o de las elecciones de gobernadores.

 

 

 

Debo llamar la atención, casi como un grito de auxilio, frente a la propuesta de Fedeagro, oferta que se le hace al país, pero también al gobierno, y si éste la acepta, pues manos a la obra. Sin vacilaciones ni posiciones ambivalentes o timoratas. Vean cómo introducen su plan especial de siembra. “Es por eso que desde Fedeagro proponemos un plan de acciones inmediatas para enfrentar la crisis que involucra a diez rubros de ciclo corto, cuya rápida respuesta permitirá aumentar la oferta de alimentos y la disponibilidad de nutrientes esenciales para la población”. La gente (las masas en jerga marxista) quiere oír ideas de cómo enfrentar la escasez, la inflación, la inseguridad. Quieren escuchar a los políticos hablando de referéndum, pero también a Fedeagro hablando de alimentos. ¿Cuáles son las salidas para abastecer supermercados, anaqueles, alacenas y neveras hogareñas? ¿Cómo abatir la inflación, ese cáncer que corroe sueldos, salarios y prestaciones sociales? Y para ese necesario y urgente diálogo, repito, Avanzada Progresista no tiene la menor duda.

 

 

 

Convoquemos a otros organismos y personalidades para fortalecer el papel de los mediadores y facilitadores. No se trata de tirotear a Zapatero acusándolo de chavista infiltrado. Se trata de convocar a los sectores más representativos del globo. La ONU. La OEA. El Parlamento Mundial. La Cepal. La Cruz Roja. El Parlamento Europeo. El Vaticano. Hagamos del diálogo venezolano una vitrina para la observación mundial. Que todos sepan en el planeta qué proponemos nosotros y qué propone el gobierno. Mientras más secretas sean las conversaciones en el diálogo económico social, menos posibilidades de bienestar tendremos los venezolanos. Vamos adelante con una cruzada abierta de discusión de propuestas. La gente lo reclama. La gente lo necesita. Es nuestra obligación.

 

 

Eduardo Samtei

@eduardo_semt

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