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Sentido de urgencia

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Sentido de urgencia

 

 

La gerencia se realiza en el actuar. Y en hacerlo en los tiempos oportunos, lo que exige anticipación, manejo eficiente de los escenarios y capacidad para tomar decisiones. Algunos encubren sus dudas y sus miedos en la postergación sistemática y en las imposturas conservadoras y cautas. Parecen muy serios y reflexivos, pero no lo son. El que no toma decisiones eficaces lo está haciendo mal. Está dejando pasar las oportunidades y no está capacitado para liderar ningún proceso. Los que practican la improvisación y dejan todo para último momento tampoco lo están haciendo bien. Los perfeccionistas son otra versión del mismo error, porque detrás de una exigencia tras otra esconden el temor a la crítica. Los desordenados toman siempre la decisión inconveniente pero la más cómoda para ellos. Y los que no entienden lo que está ocurriendo no tienen otro remedio que aplazar una y otra vez las decisiones que otros esperan que tomen.

 

 

 

El entender que toda decisión tiene su tiempo adecuado para instrumentarla implica el estar sistemáticamente enfocados en los temas que están bajo la propia responsabilidad. Cuando es así las decisiones fluyen, incrementando la confianza y creando sinergias organizacionales. Los buenos decisores no son sorprendidos por el entorno. Ni piden tiempo para pensarlo. Son, por el contrario, capaces de anticiparse y de tomar ventaja, sin parecer impulsivos ni promotores del conflicto. No tienen agendas ocultas ni sufren la concupiscencia del poder.

 

 

 

El tiempo es un recurso crítico. Por eso mismo, el momento adecuado es siempre el más pronto que sea posible, habiéndose pensado y reflexionado en el momento en que se debió haber hecho, no después. Sun Tzu, en el Arte de la Guerra, recomienda rapidez. “Llega como el viento, muévete como el relámpago, y los adversarios no podrán vencerte”. Y para que eso tenga sentido el estratega subrayaba la importancia de conocer cuatro aspectos de la guerra: el terreno donde se va a combatir, la técnica del combate, el carácter del adversario y las propias cualidades. No es improvisar sino poner al servicio de la decisión toda la experiencia acumulada y el acervo de estudios y análisis que se han efectuado sobre una situación crítica.

 

 

 

La experiencia permite sentido de urgencia porque posibilita tomar decisiones sin contar con el 100% de los datos. La previsión impide que seamos víctimas de la propia improvisación. La disciplina y el hábito puede contrarrestar las tendencias naturales al desorden. El experimentar riesgos y tolerar errores son los antibióticos contra las imposturas conservadoras. El manejo de la agenda y la insistencia en la puntualidad puede contrarrestar el vicio de la procrastinación. Las trampas del consenso tienen que sortearse mediante un mejor entrenamiento en resolución de conflictos. Y los miedos por “los grandes saltos” se pueden compensar pensando en procesos incrementales y no en soluciones totales y radicales.

 

 

 

No se pueden tomar buenas decisiones cuando se manejan mal el estrés y el conflicto que pueda ocurrir cuando se está bajo la presión del tiempo. Sun Tzu advertía que una buena estrategia era cansar a los enemigos manteniéndolos ocupados y no dejándoles respirar, porque de esa forma no pueden tomar ventaja de las oportunidades que se les presenten. Simplemente no las van a ver.

 

 

 

 

Mantenerse informado y compartir información es otro elemento crucial para decidir en los tiempos que convengan. La cerrazón también es el producto de los miedos y de cierta incapacidad para manejar situaciones difíciles. Prevenir esa posibilidad implica dimensionar las consecuencias, inventariar las ganancias y las pérdidas, y tener respuestas razonables y bien fundamentadas sobre qué es lo peor que puede ocurrir. A veces nuestros miedos son sombras y tigres de papel.

 

 

 

El Eclesiastes define la insensatez como asociada a la torpeza y la tontería. “Para el insensato la disciplina es como grillos en sus pies y esposas en sus manos. El tonto ríe a gritos, mientras que el hombre prudente mantiene la sobriedad”. Tomar decisiones con sentido de urgencia es acopiar disciplina, sensatez, coraje y experiencia al servicio de una causa. Los que no lo logran suelen ser víctimas de su propio proceder, arruinan los mejores planes y asolan las oportunidades de la gente.

 

 

Por: Víctor Maldonado C.

e-mail: victormaldonadoc@gmail.com

 

 

 

 

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