Semejanzas entre el gueto de Varsovia y el de Altamira
mayo 16, 2017 4:55 am

 

 

Los gobiernos autoritarios y antidemocráticos, tales como los comunistas y los fascistas, terminan por realizar las mismas tareas, obedecer a criterios equivalentes, desarrollar idénticas estrategias, usar campañas publicitarias semejantes, cometer los mismos abusos contra la humanidad, escudarse en argumentos parecidos. Se comportan como gemelos. Son, al final, dos gotas de agua del mismo manantial purulento y tóxico. Las maldades y las atrocidades de Stalin y Pol Pot, por el lado comunista, y las de Hitler, Videla y Pinochet, por el lado fascista, no son fácilmente diferenciables. Te torturo y asesino en nombre de Marx y, por otro lado, mi otro yo, te tortura y te asesina en nombre de la patria, la tradición y la familia.

 

 

 

Permítanme la ligereza de comparar el gueto de Varsovia con el gueto de Altamira. Las frases entre paréntesis se refieren al símil venezolano. Hans Frank, jefe del Gobierno General de Polonia (el gobierno venezolano) ordenó cerrar la barriada judía (los lugares donde los grupos opositores protestan en Venezuela) de Varsovia (de Caracas) en un gueto con el fin de segregar a los arios (a la oposición mayoritaria de la zona este) de los no arios (de los sectores opositores de las zonas populares del Distrito Capital); es decir, los judíos (23 de Enero, Catia, El Valle, Mamera, Coche, etc.) que por aquel entonces sumaban 359.827 en la capital polaca (más de 3 millones solo en Caracas y unos 14 millones en toda Venezuela).

 

 

 

Sin motivo alguno, cerca de 90.000 familias polacas fueron desalojadas por la fuerza y trasladadas a otras partes de la ciudad con el resto de polacos (sin motivo alguno cerca de un millón y medio de venezolanos que ejercen su derecho de protestar han sido encerrados entre Altamira y Chacaíto y un pedazo de autopista, sin poder moverse a ningún otro lugar) Encargado de esa repoblación fue designado el nuevo gobernador de Varsovia, Ludwig Fischer (encargado de esa tarea fue designado el ministro del Interior). El lugar elegido fue, curiosamente, un antiguo gueto judío de la Edad Media cuando Polonia no era más que un ducado (curiosamente fue el lugar donde se concentró el grupo de militares que le dieron un golpe de Estado a Chávez).

 

 

 

Bajo la sorpresa de todos los habitantes de Varsovia, el 2 de noviembre de 1940, cuadrillas de obreros judíos obligados por las SS comenzaron a colocar ladrillos para levantar un muro. Dicho muro, construido con piedra y ladrillo, rodeó los 12 kilómetros cuadrados de la zona judía con sus 4 metros de altura. (Bajo la sorpresa de todos, la autopista del Este fue sellada con conteiners de 4 metros de altura para impedir el paso de vehículos y personas y las entradas a las avenidas Solano, Libertador, Francisco Miranda, y Sabana Grande fueron bloqueadas con modernos camiones que se convierten rápidamente en barricadas de acero). 4,5% de Varsovia ocupaba el gueto más grande de Europa. Estaba dividido en dos partes, el gueto grande y el gueto pequeño, que se comunicaban por un puente de madera sobre la calle Chlodna. Todo aquel rectángulo urbano sumaba 4,5 kilómetros de largo por 2,5 kilómetros de ancho. (4,5% de Caracas representa la zona donde la mayoría opositora puede moverse. Está dividida en dos partes, una grande, Altamira, y una pequeña, plaza Brión).

 

 

 

Insisto, es asombrosa la cantidad de detalles parecidos entre estos dos hechos históricos;, pero si abrimos más el compás de comparación encontraremos el Estadio Nacional de Chile cuando Pinochet o el gueto de Soweto en Suráfrica cuando el apartheid, así como también los guetos en Haití, cuando los Duvalier. Los mismos hechos. Igual modelo. El gobierno venezolano actual se ha ido deslizando inescrupulosamente por los despeñaderos de la violencia social, el odio político y el resentimiento económico.

 

 

 

Observemos nuevos parecidos: asesinatos esporádicos y selectivos de muchachos, allanamiento masivo de edificios y urbanizaciones, detención arbitraria de opositores, inhabilitación política de líderes populares, creación de guetos en pueblos y ciudades, utilización de la justicia militar, aislamiento internacional para evitar condenas, uso de los recursos financieros del Estado para ganar adeptos dentro y fuera del país, creación de milicias paramilitares y grupos armados de choque. Es abrumadora la cantidad de similitudes, de detalles coincidentes.

 

 

 

El fascismo y el comunismo siempre son lo mismo. Afortunadamente para Venezuela, no siempre los gobiernos comunistas o fascistas terminan en tragedia. En guerra civil. Pinochet, por un plebiscito. Los soviéticos, con una apertura social, política y económica. Suráfrica, con un acuerdo nacional. Sin embargo, los casos de Camboya, Rumania, el genocidio de Ruanda y la tragedia de Kosovo fueron realidades donde la locura y el radicalismo dictaron las pautas. Marcaron el ritmo de los acontecimientos. De esos fenómenos inhumanos y bestiales debemos librarnos. Es todo tan sencillo. Que el CNE convoque a elecciones de gobernadores y fije la fecha para los comicios municipales y presidenciales. No hacerlo, no cumplir su oficio, es empujar a la sociedad venezolana a desenlaces y enfrentamientos aborrecibles.

 

 

 

No me explico por qué el CNE recibe con vítores y fanfarrias la solicitud de unas elecciones para celebrar una constituyente espuria, ilegítima e inconstitucional, y mantiene empecinadamente su negativa a cumplir con la ley, sabiendo lo que podría resultar de tal actitud. Invado el terreno de los juristas para afirmar que debe existir alguna responsabilidad civil, administrativa y penal contra unos funcionarios que por incumplir la ley provoquen un enfrentamiento violento con saldo de muertos y heridos. Salvando las distancias, es un acto de provocación parecido a la actitud de la radio RLTM en Ruanda, que estimuló la división del país y el enfrentamiento de una parte del país en contra de la otra.

 

 

 

Lo peligroso en nuestro caso es que el incumplimiento oficial, tanto del CNE como el gobierno, de pautar los procesos electorales a los que están obligados por la Constitución, empuja desenfrenadamente a los vecinos, a los venezolanos a darle rienda suelta a sus sentimientos de frustración, de impotencia, de cólera. En esas condiciones florecen sentimientos innobles, actitudes indeseables. Ellas aparecen y se van fortaleciendo, van creciendo hasta hacerse totalmente incontrolables. Recordemos la Guerra Civil española.

 

 

 

La persecución contra funcionarios diplomáticos y oficialistas en cualquier lugar del mundo es una de las últimas manifestaciones de este fenómeno al cual me refiero. Millones de venezolanos en el exterior lloran de dolor ante la muerte de muchachos a manos de la policía y de los paramilitares eufemísticamente llamados colectivos. Hasta el director general de la CIA advirtió abiertamente su peligrosidad. Esos millones de compatriotas que perdieron bienes, trabajos, estudios, carros, familia, futuro, tranquilidad, padres sin hijos, hijos sin padres, los que se fueron huyendo del miedo o de la ruina, encuentran razonable la protesta ácida, personalizada, muchas veces virulenta, contra los familiares de los grandes jerarcas y enchufados del régimen. Presos de frustración encuentran inexplicable que mientras Venezuela sufre hambre, desabastecimiento, inflación, inseguridad y represión, los hijos y parientes de los capitostes rojos rojitos vivan en el exterior a todas sus anchas. Practicando surf, tenis y esquí.

 

 

 

Avanzada Progresista no siente temor ni pena alguna por militar en la causa de la paz y la reconciliación. No nos verán en la acera de la venganza y la retaliación. Pero advertimos que los sentimientos de frustración e indignación de una población a la que se niega hasta el pan son históricamente incontrolables. Estamos a tiempo. Y todo ello no puede resolverse sin que los militares, único sostén y explicación para que el gobierno sobreviva en el poder, tomen conciencia de esta realidad y arrimen su voluntad hacia la Constitución y las leyes. Si recogen sus bayonetas y abrazan la ley habrá paz. Es tan fácil votar con el mejor sistema electrónico del mundo.

 

Eduardo Semtei

@eduardo_semtei