logo azul

Se trata de salvar vidas. No a la ingratitud

Categorías

Opiniones

Se trata de salvar vidas. No a la ingratitud

 

No hay justificación. Hay que dejarse de exquisiteces y pendejadas absurdas. ¡Venezuela está en emergencia y como tal debemos comportarnos! Esto es tan serio que no podemos perder tiempo reclamándoles a seres chiquiticos e irresponsables que han hecho imposible la unidad.

 

Nunca podré entender cómo pueden existir personas tan inmensamente egoístas e insensatas, quienes no comprenden que, por querer ser los más radicales, nos podemos joder por muchos años más.

 

 

Se acerca un tsunami que ya no es silencioso y que hará temblar a estos comunistas fascistas que nos desgobiernan. Lo que viene es grande. ¡Muy grande! Pero todo depende de nosotros. En algunos casos tendremos que hacer de tripas corazón. Les voy a echar un cuento:

 

 

Había una vez un barco lleno de pasajeros piloteado por un capitán que muchos ignoraban que era demente. Ya en altamar, dicho capitán, bajo el chantaje, el soborno y el terror, logró que algunos pasajeros ingenuos y otros inconscientes le obedecieran en sus maldades. Durante la travesía, atropelló constantemente los derechos de los viajeros atrapados.

 

 

Desde entonces y a diario, amenaza con lanzar por la borda a quienes protestan y no se doblegan a su designio. Invade camarotes y restringe alimentos y medicinas. Además, por falta de mantenimiento, el barco está sucio y a cada rato se queda sin comunicación, sin luz y sin agua. Como si fuera poco, todos los días, el capitán habla sandeces por el altoparlante durante varias horas seguidas. Para empeorar la situación, el mar está picado y el barco se estrella contra un iceberg.

 

 

La nave se hunde. Los pasajeros tienen que saltar. Hay muchos botes salvavidas. Alguien estira una mano desde uno de los botes. Casi ahogados, se dan cuenta de que quien quiere salvarlos es el antipático del camarote del lado izquierdo al que tanta rabia le tienen. Lo rechazan. Prefieren esperar a un salvador simpático.

 

 

Desde otro bote lanzan una cuerda. Se aferran a ella. Pero se dan cuenta de que era del insoportable del camarote de la derecha. Sueltan la cuerda.

 

 

Cae la noche. La hipotermia invade sus cuerpos. Están con el agua al cuello. Morirán a menos que alguien que a ellos les parezca simpático los salven pero de la forma que ellos quieren. El resto del cuento aún se está escribiendo.

 

 

Ya lo saben, se trata de salvar vidas. No inventemos vainas locas. No a la ingratitud. ¡Vamos bien! Calma y cordura.

 

 

Claudio Nazoa

@ClaudioNazoa

Comparte esta noticia:

Contáctanos

Envíe sus comentarios, informaciones, preguntas, dudas y síguenos en nuestras redes sociales

Publicidad

Si desea obtener información acerca de
cómo publicar con nosotros puedes Escríbirnos

Nuestro Boletín de noticias

Suscríbase a nuestro boletín y le enviaremos por correo electrónico las últimas publicaciones.