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Rumbo conocido

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Rumbo conocido

En Cuba hace ya más de medio siglo que la revolución implantó la libreta de abastecimiento mejor conocida de “racionamiento” mediante la cual 3.5 millones de familias  recibían alimentos básicos a precios subsidiados.  La verdad es que la susodicha nunca pudo entregar la totalidad de lo que ofrecía obligando al pueblo a colas interminables y a sobrevivir mediante subterfugios la ineficiencia revolucionaria que acabó con la calidad de vida de los más necesitados supuestamente a los que pretendía favorecer.

 

Hoy en Venezuela por obra y gracia del Comandante Chávez enamorado de la Cuba de Fidel Castro hasta el punto que la llegó a calificar como “la isla de la felicidad” hacia donde deberíamos  ir con rumbo conocido, estamos enfrentando formas de racionamiento que recuerdan la malhadada libreta castrista.

 

Con la hipocresía que lo caracteriza el gobierno venezolano ya ha anunciado la implantación antes que finalice el 2014 de las capta huellas en supermercados, farmacias, tiendas de diversos productos como mecanismo para reducir el contrabando.   Pero antes del anuncio ya las cadenas gubernamentales de bienes como Mercal, Pdval y Bicentenario habían implantado el racionamiento para combatir el acaparamiento por parte de supuestos empresarios inescrupulosos, ¿como si no supieran quienes son los que contrabandean y acaparan?

 

La verdad es que la escasez fruto de los controles de precios, las fiscalizaciones y amenazas de expropiación al sector privado se ha adueñado de la tranquilidad de los millones de hogares venezolanos obligados, al igual que los cubanos, a las interminables colas y a la dedicación de docena de horas en la búsqueda desesperada no sólo de alimentos, sino de medicamentos esenciales, materiales de construcción, repuestos y autopartes y muchos otros bienes que han desaparecido, no por arte de magia, sino por ese macabro plan oficial de controlar muy bien concebido que mantiene el desasosiego en la población.

 

La noticia que Farmatodo comenzó a aplicar el racionamiento de una lista de bienes de higiene personal y alimentos para sus clientes, que solo pueden comprar cada dos semanas, ha causado gran conmoción. ¿Por qué? Porque demuestra que la presión oficial que se inició con el eslabón más débil de la cadena, es decir el consumidor, ya ha comenzado a ejercerse sobre grandes establecimientos privados, preparando así el camino para una situación de mayor escasez.

 

El rumbo y los mecanismos oficiales son conocidos. Lo que está por ver es sí la población está dispuesta a aceptar estas imposiciones  de manera dócil.

 

Juan Antonio Muller

Juaamilq249@cantv.net

 

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