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Reformismo y puñaladas

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Reformismo y puñaladas

 

 

Ha pasado una semana y no he podido identificarlo. “Tiene un peinadito de lado, asesores de marketing y mucho billete atrás”. Fueron las señas que dio Nicolás Maduro del traidor y reformista de derecha que le quiere meter una puñalada por la espalda para entregar la revolución bolivariana al capitalismo internacional. “Alerta, pueblo”.

 

 

 

El alerta sirvió para que Eleazar Díaz Rangel y sus secuaces tuvieran el par de palabras que necesitaban para construir el título de primera página del pasquín, pero hasta ahí le alcanzaron las fuerzas. No hubo reacciones ni seguimiento, las dos palabras que Lulo más repetía en su cátedra en UCV. Tampoco en el texto se le explica al lector el significado de “reformismo de derecha” ni cuáles son los tipos de reformismo. Ay, Lulo, y tan peinadito que apareces en la foto.

 

 

 

El traidor no es Tareck el Aissami, que anda bien peinadito, pero no se peina de lado; mucho menos Diosdado Cabello, por la carencia del elemento que le sirve de apellido, tampoco los Rodríguez, calvos los dos, ni Willis Rangel, a quien todavía no le llega su bolsa de pan del CLAP. Tampoco sé qué entenderá por reformismo Maduro ni cuán radicales son sus ideas revolucionarias, pero el país en su casi totalidad las sufre en hospitales, clínicas privadas, laboratorios, comercios, escuelas, supermercados, centros de trabajo, callejones, escalinatas, túneles y hasta en los baños sin agua ni papel sanitario del aeropuerto internacional de Maiquetía: fracaso y ruina. Y, como si fuera poco, endeudados por varios cientos de millardos de dólares: Venezuela debe pagar en pocas semanas 17 millardos de dólares de intereses y capital a la banca internacional y a tenedores de bono.

 

 

 

Las arcas están vacías, no hay botijas escondidas y a cada santo se le debe una vela, pero el ministro Ramón Lobo asegura que el país cumplirá sus compromisos con los acreedores internacionales. A quien no les cumple es a los hipertensos, a los diabéticos, a los que sufren cáncer y demás enfermedades crónicas, tampoco a los niños, niñas y adolescentes que se desmayan de hambre en los salones de clase ni a los bebés desnutridos que si se salvan de morir jamás podrán recuperar lo perdido en crecimiento y desarrollo mental.

 

 

 

Desconozco en qué fuentes marxistas abrevan Maduro y sus asesores, sean gilipollas peninsulares o babiecas del Caribe, pero está claro que su proceder es reformista, tanto que no produce ni un alfiler. Los medios de producción en manos del Estado son un fracaso: su burocracia se dedica a robar y no a producir. Pretenden subsistir de la renta petrolera, una teta que también desapareció. De Pdvsa lo único que queda es la barrigota de Willis Rangel, ni tan disminuida. Presto Grundrisse, pero los devuelves, Lulo.

 

 

Ramón Hernández

@ramonhernandezg

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