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Receta infalible para el fracaso

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Receta infalible para el fracaso

¿Qué es el fracaso? El término alude al incumplimiento. Se trata de la incapacidad que se manifiesta en malos resultados. Está relacionado a lo que pudiéndose hacer no se hizo, porque no se quiso hacer o simplemente no se pudo hacer. No se puede desvincular de la perversidad, la flojera, la dejadez y la corrupción. Y en este sentido no se puede deslindar el fracaso de la responsabilidad que cada uno tiene por las consecuencias de sus actos.  El fracaso no ocurre. Se construye con malas decisiones. Las desgracias de los países no son el producto del azar sino construcciones sociales que terminan entrampando a los ciudadanos y envileciendo los vínculos entre los dirigentes y la base social. El colapso nacional tiene guión, y por lo tanto guionistas, productores, directores, elenco y espectadores.

 

 

Adopte con fervor fundamentalista la ideología socialista. No tenga dudas en que usted y el grupo que lidera están llamados a resolver todos los problemas de injusticia social que se han acumulado desde la creación del hombre. Mantenga con firmeza la convicción de que solamente usted es capaz de decidir quiénes son los buenos y los malos del proceso. Esgrima la espada de la venganza social y distribuya la riqueza del país quitándosela a los que la producen para dársela a los más necesitados. No deje de entonar con pasión las canciones revolucionarias, explote la lástima autoinfligida, la falta de autoestima nacional y el resentimiento para cohesionar a todos alrededor de su liderazgo. Repita insistentemente que solamente usted está en capacidad de refundar la república y dejar atrás toda traza de lo que hicieron los demás, que siempre fue malo y en contra de los pobres del país. Repita las palabras pueblo y patria hasta vaciarlas de su contenido original y encarnarlas personalmente. Muéstrese como el principio y el fin de todas las cosas. Exhíbase como el único que quiere a los demás, el único que los comprende y el único que está dispuesto a dar la vida por sus reivindicaciones. Equipárese a los héroes de la patria. Conviértase en el fetiche nacional. Y dedique recursos y tiempo importante a su propio culto personal.

 

Gobierne mediáticamente. Reduzca la realidad al tiempo que está en el aire. Rodéese de una audiencia de simpatizantes incapaces de contradecirlo. Tenga siempre a mano los “representantes” del pueblo para que nadie tenga dudas sobre su estrecho vínculo con lo popular. Muestre maquetas y escenarios con falsos resultados. Manténgase constantemente dentro de lo vulgar y lo ordinario, como si le estuviera hablando al ciudadano más elemental. Nunca se salga del guión. Una sola idea. Un único símbolo. Un solo eslogan. Hágase cotidiano. Use las TIC´s para reforzar su presencia y validar solo aquellos aspectos que sean de utilidad para reforzar su poder. Mienta constantemente, exagere las cifras, muéstrese benevolente. Administre por goteo los anuncios. Manténgase totalmente conectado con el pueblo. Hágase agradecer cada decisión que tome. Conviértase en el protagonista de su propia telenovela. Búsquese un antagonista por cada temporada. En cadena nacional refuerce el mensaje de que usted es el bueno y los demás son los malos.

 

Mantenga siempre la sensación de estar enfrentando una gran guerra contra los intereses del país. Todo lo malo que ocurre es producto de una conspiración de dimensiones planetarias. Repita sin desfallecer que las cosas no van mejor porque “el imperio en alianza con la derecha no quiere permitir la felicidad de los pueblos”. Haga una lista de todos los “chivos expiatorios” que están disponibles para sacarlo de cualquier apuro. Cargue sobre sus adversarios sus propios errores o defectos. Responda los ataques con ataques. Sepulte sus malas noticias con otras peores. Invalide sistemáticamente cualquier flanco institucional que se pretenda autónomo. Sea despiadado en la descalificación de cualquiera que pueda oponérsele. Invoque “la guerra” que está obligado a enfrentar como justificación de cualquier violación del derecho. Haga del poder judicial un reducto de castigadores implacables de cualquier disidencia. Invente situaciones, por más inverosímiles que parezcan. Use periodistas, encuestadores y medios de comunicación como cajas de resonancia de sus propias versiones. Transforme cualquier situación en una conspiración y actúe en consecuencia.

 

Apueste al estatismo y destruya a la empresa privada. Practique sistemáticamente la violación de los derechos de propiedad. Mantenga un régimen de control, inspecciones, multas, detenciones arbitrarias, confiscaciones de mercancías y amenazas difusas. Permita que cualquiera que actúe en nombre del gobierno pueda saquear impunemente mercancías y camiones. Arrebate las mejores empresas privadas a sus dueños y transfórmelas en empresas públicas. Sustituya el talento por la lealtad perruna. Descuide la producción y el mantenimiento de los activos. Saquee las utilidades de la empresa y use el flujo de caja para otras cosas. Cárguele a las empresas la responsabilidad de financiar misiones y otras extravagancias populistas. Obligue a sus empleados a marchar y a ser la comparsa de largas cadenas de televisión. Expolie las mejores tierras productivas del país, y expropie el sistema privado de financiamiento y suministro de insumos agrícolas. Al nuevo instituto -ahora público- póngale un nombre rimbombante y déjelo en manos del partido. Acabe con sembradíos y ganado. Entregue esas tierras a grupos afines al régimen, sin importar qué van a hacer con esas tierras o si tienen conocimiento al respecto. En la próxima cadena muestre a cuatro campesinos y sus mujeres sembrando cuatro matas de tomate y tres de plátano, y celebre la revolución agrícola y la reforma agraria que su gobierno popular está llevando a cabo. Cuando el ministro de agricultura le solicite en cadena nacional la cesión de un rebaño de vacas lecheras a sus ordeñadores, pida un aplauso y grite con firmeza ¡aprobado!

 

 

Transforme las empresas públicas en la caja chica de los desvaríos populistas de su régimen. Transforme a PDVSA en PDVAL, rectora de la Gran Misión Vivienda, financista de “Su casa bien equipada”, oblíguela a regalar la renta petrolera para asegurar “la solidaridad de los pueblos”. A cambio permítale que se endeude con el BCV y que practique la centrífuga con las divisas del país. No controle la gestión de sus directivos. Confórmese con que le den todo lo que usted pida, sin detenerse en costos o riesgos. Pase por alto la siniestralidad industrial que se aprecia en todas las refinerías. Asegúrese que sigan regalando la gasolina en el mercado interno sin estimar costos de oportunidad y la inconveniencia de los subsidios regresivos. Hágales saber que están allí para garantizar la sobrevivencia de la revolución, como sea, al costo que sea.

 

 

Aplique la lealtad personal como único principio para decidir sus colaboradores. Ponga por encima de cualquier consideración el fervor revolucionario y las demostraciones -en cadena- de que todos ellos están dispuestos a dar la vida por el socialismo. Deje en manos de las militares áreas estratégicas de la economía, la producción y la distribución social. Desprecie el talento y la experticia. Seleccione por analogía y en ningún caso por credenciales. Rótelos constantemente. Incremente sistemáticamente el número de ministerios hasta hacerlo inmanejable. Permita entre ellos actos de corrupción e impunidad con el fin de asegurar todavía mayor lealtad. Déjeles saber que “todo es posible dentro de la revolución, pero nada es aceptable fuera de la revolución”. Asegúreles que no van a rendir cuentas ni pueden ser interpelados. Maneje el gabinete como una manada en el que nadie pueda resaltar demasiado.

 

 

No crea en límites presupuestarios. Gaste sin importar de donde salen los recursos. Si en algún momento se queda sin caja, devalúe y échele la culpa a “dólar today”. Si aun así necesita más dinero, obligue a los bancos a comprar bonos y a participar en fondos especialmente creados para saquear al sector financiero. Imprima todo el dinero que necesite sin parar en consideraciones sobre la inflación y la degradación del signo monetario. Aproveche cada cadena para anunciar una nueva política, un nuevo aumento de salarios, una nueva obra pública, o compras de equipos militares, sin caer en el detalle de cómo se pueden financiar y si están o no previstos en el presupuesto. Sostenga siempre que la disciplina en el gasto y el fomento de reservas internacionales altas son desviaciones “pequeño burguesas, neoliberales y propias del capitalismo salvaje que sacrifican al pueblo para asegurar los privilegios de las clases dominantes”. Como música de fondo ponga música de Alí Primera, el único cantante que por estar muerto no se puede oponer al uso abusivo de sus canciones como parte de la propaganda gubernamental.

 

 

Financie las relaciones internacionales del país con renta petrolera.Actúe como si fuera una verdadera potencia dominante. Use la renta petrolera como mecanismo de extorsión para asegurar que ningún foro internacional sea un espacio de censura por violación de derechos humanos, corrupción, lavado de dinero o financiamiento de grupos irregulares. Financie la campaña de presidentes amigos. Demuestre fortaleza haciendo compras “gobierno a gobierno” sin importar los precios ni las comisiones que estén asociadas. Compre caro a sus amigos para que ellos aseguren su propia tajada del poder. Y cada cierto tiempo convóquelos al país para demostrarle al pueblo -en cadena nacional- cuanto aprecian los demás los logros de la revolución.

 

 

Reprima como si el uso de la violencia le saliera gratis. Persiga a toda alternativa factible. Extorsione a sus principales líderes o invente procesos judiciales amañados que le permita ponerlos presos. Transforme toda iniciativa democrática en un episodio golpista. Califíquelos como terroristas y amenazas para la felicidad del pueblo. Insúltelos sistemáticamente y use los medios públicos para practicar campañas sistemáticas de desmoralización y daños a su reputación. Obstaculice cualquier manifestación pública. Use grupos armados paramilitares para amedrentar la protesta. Sea excesivo en el castigo y hágase temer. Que todo el mundo sepa que no hay límites y que todos pueden ser objeto de persecución. Deje que la violencia y la delincuencia colaboren con su estrategia de control social.

 

 

No acabe con la escasez. Organice las colas. Identifique al revendedor como enemigo del pueblo. Haga de la cola un delito político. Organice un sistema de control por días y con límite de consumo semanal.  Apele a las inefables capta huellas para hacer creíble el sistema. Cuando le pregunten sobre la escasez aluda a la guerra económica. En cadena nacional muéstrese firme y haga pases en directo para demostrar que el acaparamiento y la especulación son parte de una conjura para tumbar al gobierno. No pague a los proveedores comerciales y arruine a las empresas. Si alguna empresa abandona el país, confisque sus activos y aproveche para hacer un nuevo espectáculo televisivo. Nunca justifique la ruina de las empresas públicas. Ponga el foco en las empresas privadas. Si las colas no ceden, déjenlas ser, nunca más se refiera a ellas. No las muestre.

 

 

Espere con fe el milagro apropiado. Rece todos los días para que suban los precios del petróleo, para que los chinos se conduelan y para que llueva mucho y muy pronto. Ponga todas sus energías mentales en lograr que esos milagros ocurran. Visite todos los días el Cuartel de la Montaña para involucrar al líder desde el más allá. Y mientras tanto, siga de cadena en cadena, hasta el colapso final.

 
Víctor Maldonado

@vjmc

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