¿Qué pasó aquí?
abril 21, 2013 8:19 am

Será clave ahora entender ¿qué Maduro enfrentará la relación con una oposición que no lo reconoce…?

El resultado estrecho entre Maduro y Capriles confirmó la tendencia de cierre de brechas que habíamos registrado antes de la elección. Todo había ocurrido en un período tan corto y que, sin embargo, representaba casi mitad del tiempo transcurrido entre el funeral de Chávez y la elección.

 

¿Qué puede explicar que un candidato que arranca su campaña con una ventaja de dos dígitos, termina pulverizando esa brecha, pese a contar los recurso del Estado, la simbología del chavismo y el áurea de poder que le había entregado Chávez?

 

La primera razón es que la campaña había comenzado en el pleno velorio, donde las emociones estaban a flor de piel. Vale la pena señalar que los dos últimos meses antes de la muerte del presidente, su popularidad había caído más de 10 puntos, la de Maduro 15 y la evaluación sobre la situación del país 21. La razón era evidente: la economía se deteriora como resultado de la profundización de los controles de cambio y precio, que se traducen en una escalada de desabastecimiento e inflación. Todo esto en momentos en que el gobierno, liderado interinamente por Maduro, devalúa la moneda y elimina las únicas válvulas de escape cambiario que daban cierta estabilidad al sector privado.

 

Era obvio que la crisis económica estaba debilitando de manera galopante al chavismo y a Maduro, pero la muerte del líder levantó todos los indicadores y les dio oxigeno político.

 

Maduro se encarama en la ola emocional y logra hacer pico en su popularidad e intención de voto. En paralelo, la oposición lucía débil, envuelta en la depresión postderrota, sin expectativas de triunfo y fuera del centro del debate, inundado por Chávez. Pero Capriles asume el reto, crea una épica de sacrificio por la defensa de la oposición e intenta evitar que Maduro se mimetice con el semi Dios que el chavismo había creado alrededor de la memoria de Chávez.

 

La evolución de la campaña fue negativa para el candidato oficial. De una posición cómoda y segura, blindado en su condición de representante de Chávez en la tierra, Maduro comienza a transmutarse en algo distinto.

 

Cuando el candidato se incorpora a la real campaña y la dinámica lo lleva a cantar Rap, acabó el duelo y entonces la gente quería conocer al candidato y ¿a quién se encontró? Está es una respuesta difícil, pero cualquiera que haya seguido la trayectoria política de Maduro no se sorprenderá con lo que voy a decir: en esa campaña ya no estaba ni Chávez ni el verdadero Maduro. ¿Pero entonces, dónde esta Maduro? Pues debajo de un disfraz de campaña, probablemente diseñado por algún asesor relevante, que mostraba un intento de clon de Chávez, pero sin su carisma, su chispa y su punch.

 

Más se mostraba el clon, más se desconectaban los independientes, que sin tener compromisos reales ni emocionales con ningún bando, habían usualmente votado por Chávez y en esta campaña se desconectan de Maduro y deciden abstenerse y otros aceptar la propuesta de Capriles, quien desarrolla una campaña, no sólo mejor que su adversario, sino intrínsecamente estelar.

 

Será clave ahora entender ¿qué Maduro enfrentará la relación con una oposición que no lo reconoce hasta que se legitime con una auditoría (a la cual tiene derecho político luego de un resultado tan estrecho? ¿Qué Maduro tomará decisiones económicas para atender el principal problema que se le viene encima: el desastre de la radicalización de los ideológicos? ¿Qué Maduro gobernará: el clon que se defiende de sus enemigos externos e internos en la coraza de un radical extremo que amenaza y gruñe o el sindicalista, diputado y luego canciller que estaba dispuesto a negociar?

 

La verdad no tengo ni idea, pero no pasará mucho tiempo antes de que lo tengamos claro

 

Luis Vicente León

 

@luisvicenteleon