¿Qué impacto tiene la visita de Bachelet?
junio 23, 2019 6:58 am

 

 

Para un presidente en precaria situación de relaciones internacionales es una forma explícita de recordar quien controla el territorio venezolano, quién es el presidente con quién se reunió Bachelet

 

 

La visita de Bachelet a Venezuela representa oportunidades para ambas partes en conflicto y el saldo neto dependerá de cómo cada uno explote esas ventajas frente a su adversario. Es obvio que para el gobierno el análisis de costo-beneficio resulta positivo. Si no, jamás hubiera permitido la visita, incluso si antes la hubiera pedido por conveniencia.

 

 

El gobierno conoce perfectamente la opinión del equipo de la Alta Comisionada de la ONU sobre la situación de los derechos humanos en Venezuela. Sus críticas pasadas han sido claras y severas y difícilmente cambiaron con esa visita. La capacidad oficial de maquillar problemas y abusos de poder es muy limitada y es obvio que no podían controlar gran cosa la agenda de visitas y reuniones que Bachelet desarrolló en el país. No cabe duda entonces que su reporte de visita incluirá críticas equivalentes a las que ya hizo su equipo previamente, aunque lo haga con el cuidado suficiente para mantener una condición de intermediario válido para todas las partes en cualquier proceso de negociación futuro.

 

 

Pero entonces, ¿por qué Maduro insiste en celebrar su visita? Porque lo que Bachelet diga en negativo no tiene nada nuevo, es llover sobre mojado, mientras que el haber estado aquí, ser recibida en aeropuerto por el canciller de Maduro, visitar el palacio presidencial controlado por la revolución es un símbolo más valioso para Maduro que las críticas que ella podía hacer… de nuevo.

 

 

Para un presidente en precaria situación de relaciones internacionales, no reconocido y aislado por una parte fundamental del mundo moderno, esta visita es una forma explícita de recordar quién controla el territorio venezolano, quién es el presidente, independientemente de los adjetivos que se usen para calificarlo, con quién se reunió Bachelet oficialmente, reconociendo así su investidura, algo que para la revolución hoy es un bien muy escaso y por supuesto un valor agregado muy preciado. ONU no está reconociendo a Maduro por vez primera. Su posición ha estado completamente alejada de las posiciones más duras adoptadas por Estados Unidos, Unión Europea y el Grupo de Lima. Pero esta era la oportunidad de Maduro de mostrarlo y registrar las visitas y reuniones que a él le convenían y explotarlas públicamente, haciendo uso de su control comunicacional.

 

 

Claro que los costos para el gobierno también están ahí. Las reuniones con los opositores, las visitas a los presos políticos, la visión de los problemas migratorios, el desastre en el sistema de salud, la precariedad de las instituciones y la situación dramática del sistema carcelario es imposible de ocultar.

 

 

Si bien la Bachelet tuvo que entenderse con Maduro y esa foto le vale la visita al gobierno, eso no significa que la oposición no tiene también aristas muy importantes que explotar sobre este evento. Es obvio que la presencia de Bachelet pone de nuevo a Venezuela y su crisis en el foco internacional. La visita de la expresidenta chilena, de tendencia de izquierda y cercana en algún momento al mismísimo Chávez, a un país deteriorado económica, política y socialmente se hace pública y notoria y ella no lo ocultó. La oposición expone de nuevo, ahora in situ, sus denuncias fundamentadas y la simpatía se ubica de su lado. Pero lo más relevante para mí es lo que buscaba la Bachelet y que podría haber conseguido: revalidar a la ONU como una institución creíble y útil para todas las partes enfrentadas, en el momento en que sea necesaria para implementar acuerdos políticos que ocurran a futuro, algo que otras organizaciones con gran experiencia, perdieron en el camino frente a cualquiera de las partes. Si eso lo logra, y me parece que puede, habrá valido la pena su visita.

 

 

Luis Vicente León
luisvleon@gmail.com