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Progreso latinoamericano

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Progreso latinoamericano

En días pasados tuve dos oportunidades excelentes que agradezco a la vida. En Aruba, asistí junto a un grupo de venezolanos, latinoamericanos de varios países y norteamericanos, al enriquecedor Coloquio sobre Libertad y Responsabilidad en la Obra de Carlos Rangel. En Chacao, como parte del 8º Festival de la Lectura de ese municipio capitalino, todo un monumento a la constancia para vencer dificultades, moderé el conversatorio Leer Juntos con Fernando Mires”, en el cual tuve el honor de conocer personalmente a este admirado profesor chileno residente en Alemania y permanentemente interesado en Venezuela y solidario con nuestra lucha por una democracia sin divisiones, sin exclusiones y sin discriminaciones.

 

 

En ambos eventos y a través de los escritos e ideas de esos dos intelectuales latinoamericanos, pasamos revista a temas como la libertad política y económica, los derechos humanos, los éxitos y los fracasos, los avances y los retrocesos, en la política y la economía en América Latina y en otras partes del mundo.

 

 

En Venezuela, los liberales tienen una deuda con Carlos Rangel, del mismo modo que los socialdemócratas con Picón Salas y con Briceño Iragorry quienes asumimos el compromiso político y social desde la perspectiva de los valores permanentes del cristianismo. La política se alimenta de ideas. No de dogmas, de ideas. Y esos pensadores han hecho nutritivos aportes desde nuestra realidad.

 

 

Desde fuera Mires, ha hecho y sigue haciendo con una notable vitalidad intelectual que siempre es capaz de ofrecer visiones que al mismo tiempo, tienen la solidez del pensamiento bien asentado y la frescura de la actualidad y la novedad.

 

 

Quien escribe, que no es liberal ni socialista democrático, sino humanista cristiano, cree en la posibilidad de un consenso básico para la democracia y la reforma, de modo que nuestros países, y en concreto este nuestro país, se asomen a la estabilidad política, el progreso económico y los equilibrios sociales. Un consenso centrista, me atrevo a usar el término. No por equidistancia, sino por espacio de encuentro. La libertad y su hermana gemela la responsabilidad, personal y social, nos dan las claves.

 

 

Para poder progresar, América Latina debe resolver sus problemas con la libertad. Con la libertad política y con la libertad económica. Una y otra se hallan en la base del desarrollo de las naciones más avanzadas. Para eso hacen falta instituciones que generen equilibrio y el tipo de orden, democrático, que no es impuesto. Porque el desarrollo, para serlo de verdad, ha de ser de toda la persona y de todas las personas.

 
América Latina debe reconciliarse con su condición Occidental. Allí, en esa tradición están los fundamentos de su búsqueda de la igualdad y su reconocimiento de la pluralidad. De la libertad responsable y la solidaridad libre. Pero esa es, también, una asignatura pendiente para la civilización occidental misma.

 

 

 

Ramón Guillermo Aveledo

 

 

 

 

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