El objetivo era declarar un reconocimiento a la Guardia Nacional Bolivariana “por su excelente desempeño a la hora de reprimir las manifestaciones de los estudiantes”

Lo que se escenificó el pasado sábado en la ciudad de Caracas fue algo que se convertirá en una prueba irrefutable de cómo se violenta la Constitución Nacional en Venezuela. Me refiero a una marcha organizada por el Gobierno con la participación de activistas del partido oficialista y efectivos de la Fuerza Armada Nacional.

El objetivo era declarar un reconocimiento a la Guardia Nacional Bolivariana “por su excelente desempeño a la hora de reprimir las manifestaciones de los estudiantes”. ¡Qué barbaridad! O sea que el Gobierno, en vez de sancionar a los responsables de tanto terror, lo que hace es celebrar tamaña brutalidad, que ha traído como consecuencia la muerte de 28 seres humanos, más de 80 personas heridas de gravedad y más de 1.400 detenidos.

Es muy precisa nuestra Carta Magna al indicar en su artículo 328 que la Fuerza Armada Nacional, “en el cumplimiento de sus funciones, está al servicio exclusivo de la Nación y en ningún caso al de persona o parcialidad política alguna”. Pues bien, en estos años se viene haciendo todo lo contrario a lo claramente definido en la Ley Mayor del país.

Maduro sabe que sus excusas no son eficientes, esas que utiliza para tratar de explicar o justificar la escasez, la inseguridad o taparear la escandalosa corrupción que ha devorado miles de millones de bolívares del presupuesto del país.

Por eso “se monta” en los tanques de guerra, nos asoma ese bosque de fusiles y pone a desfilar a los uniformados para atemorizar a los ciudadanos, que seguirán protestando en las calles y desde sus hogares contra este gobierno que ha defraudado a las familias venezolanas.

Eso es lo que le queda a Maduro: asustar a la gente, mostrar el colmillo de la represión con la aviesa pretensión de silenciar a un pueblo que sabe que corre el mismo riesgo de esos 28 venezolanos que perdieron la vida en estas últimas semanas, pero que respira profundo y da un paso al frente, consciente de que está actuando correctamente, enfrentando este modelo autoritario que nada tiene que ver con nuestras ideas y valores democráticos.

Los jefes del Gobierno desesperadamente se apoyan en la violencia, en el poderío bélico y en la batería mediática para maquillar, simular una tragedia que es imposible ocultar: la inflación, el desabastecimiento, la crisis de servicios públicos y la corrupción que no encuentran cómo explicar.

Alcalde Metropolitano