Más allá de la ideología, una parte del chavismo devino en una maquinaria de hacer dinero, una suerte de franquicia desde donde se desarrollaron todo tipo de negocios que se sustentaron desde el régimen.
Aunque quizás el plan inicial de Hugo Chávez no fue ese, el uso del poder y las alianzas internacionales, en la que no solo Cuba fue un punto de apoyo importante, sino todos los aliados políticos del continente, desarrollaron fortunas a partir de esos negocios ilícitos desde Venezuela. Allí están como muestra los escándalos por corrupción en Brasil, Argentina, Nicaragua en donde tales hechos han sido investigados. Igualmente las grandes fortunas congeladas en paraísos fiscales que ofrecen solo la punta de una beta de gran profundidad.
Desde Venezuela operaron negocios como la triangulación petrolera, contratos militares y compra de armamentos, importación de alimentos, contratos de infraestructura y hasta financiamiento de movimientos políticos como el de los Kirchner, Podemos en España, Ortega en Nicaragua y aliados como en Perú, Bolivia, Uruguay y Ecuador. Todo ello amparado en el control de cambio.
El contrabando y venta de minerales como el oro y el narcotráfico en el que han incurrido mafias ligadas al aparato gubernamental como se ha develado por procesos judiciales desde el exterior tal vez ha sido el negocio menos extendido y rentable que los que se hicieron desde el Gobierno.
De esta práctica política y económica del chavismo nació una nueva clase dominante que hoy conocemos como “boliburgueses” y sus extremidades, los llamados “bolichitos”, una generación de relevo cuyo aporte fue convertirse en los operadores financieros de esas grandes maquinarias.
Los Castro y la cúpula que los rodea y sus herederos son los propietarios de la única gran fortuna que existe en Cuba. Ello incluye mansiones, yates, dinero para viajar al exterior, y en el caso de Fidel Castro una isla para él solo justificada como refugio para su seguridad personal.
En Venezuela la casta económica es mucho más extensa e incluye a toda la cúpula con influencia en el PSUV, a sus empresas, herederos, y aliados nacionales e internacionales. A ellos se les suman algunos grupos económicos tradicionales que pusieron la alfombra a los negocios del chavismo cuan éste estaba en sus primeros años.
En países como China, Vietnam, Rusia, y otros de la órbita comunista que viraron hacia el capitalismo, hicieron de su elite política la nueva clase dominante manteniendo el control político autocrático. Pero hicieron ese viraje cuando sus países tocaron el fondo de la hambruna masiva y no había otra salida que ir a una economía abierta o terminar derrocados.
El dilema de lo que está ocurriendo en Venezuela es si esa nueva clase dominante entenderá que Venezuela ha entrado en esa etapa de hambruna y destrucción de su aparato productivo y algunos sectores poderosos del chavismo estarían dispuestos a realizar ese viraje. Es decir el dilema en cambiar o morir como movimiento político.
Es evidente que no todo el chavismo pertenece a esa casta económica y mantienen sus principios ideológicos en la corriente comunista ortodoxa. Pero estos sectores económicos son quienes tienen el poder para producir los cambios hacia una transición en la cual la principal piedra de tranca es en este momento Nicolás Maduro en un escenario en el que su gobierno ha trancado el juego.
¿La nueva casta económica impulsará el cambio? No lo sabemos.
Ftancisco Olivares
:@folivares10
