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Por fin, ¿qué fue el 4 de febrero?

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Por fin, ¿qué fue el 4 de febrero?

 

La imagen y la opinión del país sobre el 4 de febrero de 1992 ha cambiado constantemente, según la mayor o menor suerte del chavismo. Hoy no es de buen gusto recordar que en los días posteriores al golpe de Estado buena parte del país lo elogió, como una forma de provocar la salida de Carlos Andrés Pérez de Miraflores, lo que en definitiva ocurrió y convirtió a Chávez en un futuro presidente. Se dio el caso inusual en América Latina de que un golpista derrocado militarmente triunfara políticamente.

 

 

El odio hacia CAP convirtió al jefe del golpe en líder nacional; hoy el rechazo hacia Chávez ha reivindicado a Pérez, de pronto muchos le encuentran muchas virtudes y le reconocen lo que se ocultó en 1992, su valentía para enfrentar el alzamiento, porque Carlos Andrés demostró por esos meses que era todo menos cobarde. De no ser así el golpe hubiera triunfado y la historia fuera otra.

 

 

A Pérez y a Chávez los unen para siempre esa fecha. Una vez en el poder Chávez no fue rencoroso con Pérez, entre otras razones porque carecía de futuro político.

 

 

¿Se escribirá la verdad alguna vez sobre el 4 de febrero de 1992? Se recordará a todos los que lo aplaudieron discreta y abiertamente, hasta que al ocurrir un  segundo golpe ese año desapareció el entusiasmo por los alzamientos.

 

 

Sin embargo, Chávez se convirtió en un excelente candidato presidencial.

 

 

Una expresión manida de nuestros días (“éramos felices y no lo sabíamos”) expresa lo que muchos piensan ahora del pasado…

 

 

En 1992, como consecuencia de una cadena de errores ocurre un deterioro creciente de los partidos que ejercían el control de la sociedad desde 1958. Las fortalezas fundacionales de la lucha contra Pérez Jiménez eran o parecían escombros, y los liderazgos mostraban un decaimiento sin paliativos. La expansión de la corrupción provocó el desencanto con los partidos, porque se exageró la corrupción. Basta ver cómo viven muchos líderes de los partidos de esos años. Adecos y copeyanos, para comprobar que carecen de fortuna. Se despreció el gran servicio prestado por AD y Copei.

 

 

¿Éramos felices y no lo sabíamos?

 

 

La dirigencia miope no se detuvo a calcular la gravedad del golpe, la militarada; ¿alguien recuerda hoy a los “Notables”, supuestos sabios que condenaban a los partidos y a los que los venezolanos aplaudían? Se despreció la obra realizada de la democracia representativa que comprendía desde la represa del Guri hasta granees planes de vivienda. Todavía hoy no se reconoce la excelente obra de los gobiernos civiles de Venezuela, los mejores de su historia, superiores a los militares en cualquier período.

 

 

Repetimos la pregunta, ¿qué fue el 4 de febrero? Solo hay una respuesta: una desgracia nacional apoyada por muchos venezolanos, tan culpables del golpe fueron lo que atentaron con las armas contra la democracia, como los que no lo condenaron sin reservas.

 

 

Pagamos cara  esa cobardía.

 

 

Fausto Masó

 

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