Populismo económico dañino
febrero 24, 2018 3:07 pm

 

 

La dictadura de Nicolás Maduro probablemente no está consciente del gran daño que le está haciendo a la economía nacional con los bonos que, como serpentinas de un carnaval desenfrenado, está repartiendo a diestra y siniestra, en la creencia de que así se enfrenta la pobreza y se gana el favor, sobre todo electoral, de los venezolanos. La hiperinflación, que se potencia con el dinero inorgánico que se emite para financiar esos bonos, anda suelta por todo el territorio nacional arruinando el poder adquisitivo del salario de los trabajadores. En vez de atacarla en sus causas, se pretende neutralizar sus perversos efectos con regalos dadivosos que se esfuman rápidamente. El dinero, cuando se consigue en efectivo, se maneja ahora en términos millonarios en los mercados, lo que, según  ha denunciado el economista José Guerra, está provocando que el gobierno y sus asesores estén por aplicar una nueva reconversión monetaria con la eliminación de tres ceros al bolívar.

 

 

 

Nada se hace para sacar la economía del foso en que se encuentra, que ha visto desaparecer más de un tercio suyo en los últimos cuatro años, sino que, por el contrario, se insiste en la  implementación de medidas que la hunden más. El control de precios, vigente desde el año 2003, que no toma en cuenta los costos de producción, saca de la actividad económica a productores que no van a trabajar a pérdida. En su mayoría, están improductivos los seis millones de hectáreas de tierras expropiadas o confiscadas por un régimen que, en nombre de una ideología que desconocen y de un falso fervor “revolucionario”, lleva a la aniquilación de la oferta agrícola del país  El control de cambio, también vigente desde el 2003, aunado a la disminución de divisas por la caída de la producción petrolera, empuja a recurrir al mercado paralelo para poder hacer las importaciones de productos finales para el consuno y de materias primas e insumos que se requieren para la sobrevivencia de las pocas más de 3.000 empresas que quedan de las más de 12.000 que existían antes de que comenzara la debacle o, más cierto, catástrofe que ahora presenciamos. La fiesta de los bonos que se lanzan al aire, con la animación musical clientelar del carnet de la patria, se apaga casi inmediatamente al asomar su hocico la hiperinflación. Como perro que se muerde la cola, con los bonos se retroalimenta el alza indetenible de los precios en una economía destruida.

 

 

 

Estos malos aprendices de un populismo económico condenado al fracaso, son los que, en mala hora, tienen el timón del poder en Venezuela.

 

 

Carlos Canache Mata