Polar… por ahora
junio 12, 2016 1:09 pm

Cuando estamos hablando de Polar no lo estamos haciendo de cualquiera. Es la empresa de mayor prestigio del país y a la que más de 90% de los venezolanos evalúa positivamente en términos de su acción por el bienestar de la población. 82% de la gente siente que la empresa hace todo por producir a la máxima capacidad y 84% rechaza cualquier intervención oficial contra ella, en un  entorno donde nueve de cada diez personas indica que las empresas expropiadas producen menos y con menor calidad que cuando estaban en manos privadas. Nada fácil para el operador público de esas empresas venderse como un salvador.

 

 
Pero llega un momento en que los embates del entorno hostil superan la capacidad de resistencia de las empresas, por muy comprometidas quesean. Controles de precios absurdos, intervención en los sistemas de distribución, impago de las deudas con proveedores internacionales, ataques contra la empresa y sus accionistas son gotas (o mas bien chorros) que rompen el cántaro.

 

 
En ese marco perverso, las empresas en general y Polar en particular, ven cómo sus inversiones se pulverizan y las divisas que usan para operar quedan presas en una cárcel absurda. El resultado más palpable de este drama es el cierre de plantas y la reducción de portafolios de producción. Este fue el caso de Cervecería Polar. La razón de esa decisión era evidente: no hay insumos para producir y el control de cambio impide a la empresa operar con divisas propias, vender en bolívares y volver a comprar dólares para seguir el flujo de producción, lo cual convierte cualquier inversión adicional en un ejercicio inútil de suicidio financiero.

 

 
Pero a un empresario comprometido le cuesta conformarse con dejar morir a su hijo, ni puede mirar con indiferencia la situación crítica de sus trabajadores y proveedores y el desabastecimiento de los mercados. La acción alternativa ejercida por Polar para prender de nuevo sus plantas de cerveza es una última apuesta mientras se da un compás para que el gobierno entre en razón. Se vio forzada a solicitar un préstamo bancario en el exterior, garantizado en activos propios, que cabe destacar son finitos. Este crédito tuvo como finalidad la importación de materias primas como cebada malteada y lúpulo; así como las láminas de acero, porque no hay material ni para producir las chapas. Ante toda esta adversidad, Cervecería Polar pretende garantizar su producción hasta final de año. Sin embargo me pregunto: ¿y después qué?, ¿se puede repetir esta receta?
El después es evidente, este préstamo hay que pagarlo y en dólares. El gobierno debe generar los canales para poder adquirir las divisas y responder a los compromisos de un sector privado que asume el riesgo de producir en medio de la crisis. Y si no lo hace, se acabó lo que se daba.

 

 
¿Y esto lo podría hacer también Polar para financiar la producción de alimentos?

 

 
No, pues el gobierno tiene el control absoluto sobre las importaciones agrícolas, a través de su compañía CASA. La alternativa sería entonces acudir al mercado nacional, pero el sector agropecuario se encuentra deprimido, asfixiado y en muchos casos expropiado.

 

 
La seguridad alimentaria se impulsa a través del trabajo en conjunto con el sector privado, por medio de la confianza, abriendo espacios para traer dólares y para utilizarlos de vuelta, con reglas de juego claras. Es imposible para un solo agente económico distribuir las divisas, las importaciones, los insumos, ser árbitro y jugador. Por eso se conoce, aquí y en Pekín, algo que se llama Mercado, el cual puedes regular, pero no controlar y manipular a conveniencia. Por ahora las empresas seguirán haciendo lo posible y Polar es una muestra. Pero… ¿hasta cuándo?

 

 

 

Luis Vicente León
luisvleon@gmail.com