Pilas cargadas
julio 3, 2014 5:18 am

No hay como recorrer el país para salirse del laberinto de acertijos y consignas, del dilema hamletiano, y sentir en el país profundo las realidades de la gente que lucha, aun en condiciones muy adversas, para que este país sea un país a pesar de su gobierno.

 

Hace dos semanas estuve en Barquisimeto junto a los alcaldes Alfredo Ramos, de Iribarren; José Machín, de Barinas, y representantes de la mayoría de los gobiernos municipales de la Unidad en una intensa e interesantísima jornada de trabajo sobre la sustentabilidad financiera de los municipios.

 

El situado y los recursos del Fondo de Compensación Interterritorial no son suficientes, aparte de las manipulaciones que todos sabemos, pero eso no puede ser excusa para dejar de cumplir con la población de esos 76 municipios que nos dieron el voto en diciembre pasado. Hay ideas, conocimiento, y sobre todo ganas. Seriedad para hacer la tarea.

 

Si la semana pasada me hubiera quedado empozado en las discusiones de la Mesa, no hubiera podido andar por Falcón para compartir con los alcaldes unitarios de los municipios Monseñor Iturriza, Acosta y Jacura, cómo ellos y sus equipos lidian con las dificultades e intentan vencerlas. Son pequeños. El mayor apenas pasa los 23 mil habitantes y el menor los 14 mil.

 

Pocos ingresos y muchos problemas. Pero no se rinden. En Chichiriviche, el joven alcalde Miguel Yánez está fajado. Lo mismo Francis Arias en San Juan de los Cayos, más arriba y también a orillas del mar, y Wilfredo Rico en Jacura, con tradición agropecuaria. No la tienen fácil, pero no arrugan. Escucharlos es una lección de sentido común, que ya me gustaría oír en más de un dirigente nacional.

 

Finalmente, en Los Taques, en la entrañable Paraguaná, asistí a la Asamblea de Fedecámaras, foro ante el cual nunca había hablado. El jueves, su presidente Jorge Roig instaló el encuentro con un discurso serio y sobrio, porque no hace falta gritar para hablar claro. En este país necesitamos bajar el volumen de la voz y subir el nivel de los argumentos, que diría un amigo.

 

Con Juan Requesens de la FCU-UCV y Marcela Máspero de la UNT, sí, no leyó mal, compartí el panel ¿Es posible una visión compartida de país? Y vivido lo que viví, con las diferencias que sabemos, creo que sí se puede, y es tan necesario que el intento vale la pena. Para empezar, la dirigencia empresarial quiere escuchar al país. Ese país donde está empeñada en trabajar y producir a pesar de todo.

 

Pilas cargadas pues, traje. Hace bien. Lo recomiendo.

 

Ramón Guillermo Aveledo

rgaveledounidad@gmail.com