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¡Pellejudos despojos!

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¡Pellejudos despojos!

 

Cretinos de odiosos comentarios, sin recato ni sonrojo declaran como pellejudos despojos, que forman parte de la carne flaca que apenas tiene más que pellejo. Son residuo pequeño de cualquier cosa; personas de poca o ninguna consistencia moral y ética, es lo que sobra de lo usado, malbaratado y consumido. Simples cuerpos muertos o parte insignificante de lo que queda de ellos. Tanto ha sucedido y mucho -al parecer- falta por ocurrir. Sin embargo, las sorpresas parecen inagotables en este circo de imbéciles atiborrado de sandeces y estulticias.

 

 

 

 

Encargado de lonchería, en interiores la corbata Gucci insolente y desmedida, digno de cualquier patán de cuarta categoría se atreve a expresar, que a los escuálidos hay que “joderlos”, hay que “escoñetarlos”, y para no quedarse rezagada en el insulto, practicando libertad de expresión a conveniencia, respalda con vehemencia y siempre creativa lenguaraz con descaro y desvergüenza, la mal hablada greñuda afirmando con su característica sutileza, que “escuálido que siga jodiendo la debe pagar y punto”.

 

 

Este par de castas criaturas que deshonran el intelecto, racionalidad y pundonor humanos, degradándolo a niveles de atraso prehistórico, son ejemplo de lo que dan a conocer como el nuevo hombre. ¡Que desgracia!

 

 

 

 

Según la Unesco el analfabetismo casi desapareció en Venezuela, motivo de orgullo y jactanería oficialista. Gucci, firma de lujo dedicada al diseño y fabricación de artículos de altísimo costo y trapos indecentes, no participaron ni obtuvieron el certificado de alfabetizados, por el contrario, son parte de un grupo rezagado de analfabetas que aún persisten y se niegan tercos a instruirse.

 

 

Para este par de idiotas -que, en términos médicos, equivalente al retraso mental profundo, enfermedad que consiste en la ausencia casi total en una persona de facultades psíquicas o intelectuales- “escuálido” es todo aquel que no comparte con el régimen y lo adversa, es decir, según cifras de la ONU, poco menos de 3 millones de venezolanos que se han ido al extranjero, lo que representa casi el 10% de la población. Situación causada por la crisis social, económica e inseguridad que existe, pues de acuerdo con la firma estadounidense Gallup, esos venezolanos consideran que su nación es la más peligrosa del mundo, quedando por debajo de países en conflicto como Afganistán y Sudán del Sur. Pero según los indoctos son “escuálidos engañados”.

 

 

 

Todos los días la ciudadanía protesta, tranca calles y avenidas de un país que lleva meses de una interminable crisis eléctrica, sin agua –que, cuando llega, está contaminada- sin transporte público decente, no hay efectivo, la inseguridad campea con impunidad y libertad, la inflación rebasa límites de lo tolerable, la escasez de alimentos y medicinas es evidente, las ciudades llenas de basura donde hambrientos hurgan para saciar el apetito. Los pensionados y jubilados pernotan, duermen en calles y aceras para intentar cobrar una miseria que para nada sirven. Los profesores y docentes, levantan su voz de reproche, junto con el resto de los trabajadores de la administración pública, incluyendo los de la destruida empresa petrolera embargada, adeudada, sin valor. La lista continua interminable porque los padecimientos y sufrimientos colectivos alcanzan a todos los niveles sociales, políticos, económicos, morales y éticos.

 

 

 

 

La crisis venezolana es harto conocida. La inflación sobrepasa lo imaginable. Según la Asamblea Nacional para el mes de agosto fue de 223,1 %, y de acuerdo con el Fondo Monetario Internacional -FMI-, para finales de año será cercana o superior al millón por ciento.

 

 

Ante la ignominia, son muchos los venezolanos que han decidido salir del país en los últimos años. Entre las principales razones: encontrar un trabajo donde el salario les alcance, no haya escasez de alimentos y medicinas, tengan cierta calidad de vida con respeto a los derechos humanos elementales y huir del gobierno autoritario, lo que estultos de escaso raciocinio, torpes de entendimiento y poca inteligencia, llaman “emigración inducida”.

 

 

 

Es de casi obligación suponer -según este par de infelices- que todos son escuálidos que desean mal al gobierno, sabotean su gestión, son apátridas e imperialistas, manifestando contra un régimen que ha demostrado generosidad, abnegación y eficiencia única de ejemplo mundial; buscan la desestabilización del mejor gobierno que jamás haya tenido nuestro país, y el menos corrupto.

 

 

 

El descontento generalizado, según estudios de opinión, equivale a más del 85% de la ciudadanía, todos son escuálidos y, en consecuencia, según las lenguas prostituidas de este dúo, hay que “joderlos”. Ellos son modelo de lo que no debe ser, es la venezolanidad perdida, extraviada, de esta revolución ingrata, desnaturalizada, es la Venezuela que nunca debió existir.

 

 

Pero muchos, en vez de sentir desánimo, enfrentan los obstáculos y barreras, siguen a pesar de las dificultades, y han eliminado el pesimismo de su lenguaje y mentes. La mayoría están convencidos que estos trances y aprietos que sufrimos los debemos atravesar para lograr el éxito y superarlo, aprender, para no volver a cometer los mismos errores y seguir adelante.

 

 

 

Para transformar las ruinas de los desgreñados, en un nuevo país sin gente como ellos.

 

 

 

@ArmandoMartini

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