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Para poder progresar, América Latina debe resolver sus problemas con la libertad. Con la libertad política y con la libertad económica

 

 
Para poder progresar, América Latina debe resolver sus problemas con la libertad. Con la libertad política y con la libertad económica. Una y otra se hallan en la base del desarrollo de las naciones más avanzadas. Para eso, hacen falta instituciones que generen equilibrio y el tipo de orden, democrático, que no es impuesto. Porque el desarrollo, para serlo de verdad, ha de ser de toda la persona y de todas las personas.

 

 

 

América Latina debe reconciliarse con su condición occidental. Allí, en esa tradición están los fundamentos de su búsqueda de la igualdad y su reconocimiento de la pluralidad. De la libertad responsable y la solidaridad libre. Pero esa es también una asignatura pendiente para la civilización occidental misma.

 

 

 

Esas fueron mis conclusiones al final del coloquio que, rumbo a los 30 años de la muerte de Carlos Rangel, ha celebrado el Liberty Fund, al cual asistí junto con un grupo compatriotas, unos residentes aquí y otros profesores en República Dominicana y Guatemala, así como brasileños, peruanos, argentinos y norteamericanos. Durante dos días revisamos y discutimos aspectos del pensamiento de este periodista e intelectual venezolano. Recientemente, Bolívar Films hizo una documental sobre su vida. Me parece justo. Creo que los liberales de nuestro país tienen una deuda de reconocimiento con este autor, así como los socialdemócratas la tienen con Mariano Picón Salas y los católicos comprometidos con la sociedad la tenemos con Mario Briceño Iragorry. Porque las ideas son alimento de la política; las ideas, no los dogmas, que no pertenecen a su ámbito sino al de las creencias religiosas, que son algo muy distinto. A la política los dogmas la envenenan porque llevan a la intolerancia, el fanatismo y el error.

 

 

 

En sus libros y artículos, la de Carlos Rangel fue una rebelión ante los mitos y los dogmas. No era un fundamentalista, siempre se cuidaba de matizar, de comprender. Y en la vida era un liberal, políticamente cercano a los socialdemócratas. Quien escribe, que no es una cosa ni la otra, sino humanista cristiano, cree en la posibilidad de un consenso básico democrático y reformista para que nuestros países, y en concreto nuestro país, se asomen a la estabilidad política, el progreso económico y los equilibrios sociales.

 

 

 

La libertad y su hermana gemela, la responsabilidad, personal y social, nos dan las claves. Es lo que creo.

 

 

 

Ramón Guillermo Aveledo

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