País sin rumbo
octubre 17, 2015 6:21 am

 

El país se deteriora inevitablemente. Ya no hay ninguna posibilidad que desde el chavismo se produzca alguna rectificación en lo económico y desde luego tampoco en las otras materias como la inseguridad.

 

 

El sector industrial está trabajando entre 30% y 50% de su capacidad instalada por falta de insumos, regulaciones y altos costos generados por las regulaciones promovidas desde el Gobierno y no porque sean agentes de la ficticia «guerra económica».

 

 

La vida diaria del ciudadano común transcurre en una lucha por sobrevivir. No ser asaltado en una buseta, no ser atracado y asesinado para quitarle el carro o arriesgarse a morir en medio de una cirugía porque se fue la energía eléctrica, como le ocurrió recientemente en un hospital a un paciente que iba a recibir un trasplante de riñón. Lo abrieron y tuvieron que volver a cerrarlo por el riesgo de una infección. Al final se perdió el riñón y el paciente difícilmente sobrevivirá con su viejo riñón.

 

 

Maduro anuncia el aumento de 30% del salario mínimo, el cuarto aumento en lo que va de año en un país que produce la mitad de lo que generaba hace 12 años.

 

 

Así pues se gobierna a base de propaganda, promesas e ilusiones de un futuro de bienestar, con discursos de buenas intenciones que nunca llegarán.

 

 

Pero la realidad es que el paquetito de caraotas remonta los mil bolívares y un pimentón cuesta 150 bolívares. El venezolano sabe que ya el bolívar no vale nada y que la economía se ha dolarizado.

 

 

En lugar de corregir las políticas que llevaron a Venezuela a sufrir la inflación más alta del planeta, promueven estos aumentos que no tienen respaldo productivo y al final serán tragados por sus propias políticas erróneas en los próximos tres meses.

 

 

Este es un país conducido por una ideología decadente y por un grupo que se beneficia del control de cambio. Hasta los países del bloque socialista y comunista han virado hacia la promoción del libre mercado y han ido saliendo de las hambrunas y la escasez a la que sometieron a sus pueblos. Eso incluye a Cuba que en poco tiempo asimilará políticas de economía libre.

 

 

En lugar de apuntalar a los sectores que todavía producen en Venezuela se les expone al escarnio público y se les culpa de la situación que vive el país. En tanto que las empresas estatizadas solo producen pérdidas y sus productos pocas veces se encuentran en los mercados.

 

 

En ese escenario de deterioro generalizado se enfrentan unas elecciones parlamentarias por lo cual la campaña de miedo se ha profundizado buscando conspiraciones y creando enemigos por todos lados a quienes atribuirle el fracaso económico y político del proyecto socialista. Desde el Gobierno no hay reacción ante la crisis y la cúpula cierra filas con Maduro para proteger sus propios intereses, no les queda otra opción. La intención anterior de promover conflictos sociales para generar un «estado de excepción» no tuvo el resultado esperado. Colombia y Guyana quedaron atrás. Los presos de la oposición tampoco han sido suficientes para ir al conflicto y en la lista de enemigos ahora se acude al FMI y a empresarios venezolanos.

 

 

Aún con todo el control del poder remontar esa cuesta del 6D no será fácil para Maduro y el chavismo.

 

 

Francisco Olivares

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