Nuestro compromiso
mayo 29, 2014 7:54 am

Las cosas que ocurren en nuestro país son suficientes para saber que estamos metidos en un laberinto. Los problemas son complejos y muy variados. Van desde la falta de agua en la Maternidad Concepción Palacios, y por tal razón -entre otras- se suspenden las intervenciones quirúrgicas, hasta el balance financiero que ubica a Pdvsa como la empresa petrolera con la segunda mayor deuda del mundo.

 

Es el típico caso de una nación inmensamente rica, pero donde sus ciudadanos no disfrutan de servicios equivalentes a esa colosal fortuna que se escapa entre los dedos de sus pésimos mandatarios.

 

Por una parte, está la mayoría que constata que eso del “enemigo externo” que nos quiere invadir para apropiarse de nuestras riquezas no es más que una historieta que no lleva público a las taquillas. Es una película gastada y con un argumento que no encaja con la realidad que pretenden manipular.

 

Sigue existiendo otra porción, nada despreciable, que continúa poniéndoles atención a esos “cantos de sirenas” que silban profusamente sus efluvios para sustentar una mentira que cada día cabe menos en el sentido común de la gente. Están también los que se hacen llamar ni-ni, posición difícil de asumir en un país sometido a un bombardeo constante por parte de un gobierno que no cesa en descalificar a quien no comulgue con sus estrategias totalitarias.

 

Y digo difícil porque, cuando es nuestro país lo que está en juego, no se puede titubear a la hora de dar un paso al frente y defender lo más sagrado para un ciudadano. No es que queramos poner a la ciudadanía en el disparadero de elegir entre el régimen o la oposición; es simplemente optar por el país que está urgido de nuestra participación, de nuestras luchas como forma de detener esta locura, por decir lo menos.

 

Vean ustedes: no hay agua, no hay luz, importamos gasolina, pero regalamos petróleo a Cuba; no hay alimentos, pero la tierra que se les arrebató a los productores no dan ahora “ni lástima”; traemos ¿médicos? del exterior, pero no hay suficientes insumos hospitalarios; compramos muchas armas-fusiles, helicópteros artillados, misiles y tanques de guerra, pero no detenemos el auge delictivo y somos el país con una de las tasas delincuenciales más altas del mundo.

 

Ante esta desgracia, no podemos esquivar el compromiso con nuestro país. La crisis que padecemos debe ser transformada en una extraordinaria oportunidad para relanzar a Venezuela como el país más maravilloso del planeta.

 

@alcaldeledezma

Por Antonio Ledezma