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«No me lleves todavía»

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«No me lleves todavía»

Sabían que sería su última campaña, pero un paso necesario para mantener viva la revolución

 

Chávez no quería morir y por ello en varias alocuciones públicas imploró a Cristo «no me lleves todavía». Sospechó de su fatal destino desde el mismo momento en que, en La Habana, le diagnosticaron el «tumor pélvico». La mala noticia se la daría su padre político, Fidel Castro, quien lo guió por la senda del socialismo estatista.

 

Aunque nunca hubo una información precisa de aquel tumor y la gravedad del padecimiento, la expresión de su rostro, al informar desde La Habana que le había sido extirpado un tumor canceroso «del tamaño de un pelota de beisbol», anunciaba el comienzo del fin, y el advenimiento de una cadena de sucesos vinculados a su penosa enfermedad.

 

Babalawos, santeros, ritos indígenas, mezclados con la fe católica se hicieron presentes en los eventos públicos del mandatario. Cada viaje a Cuba para el tratamiento, cada quimioterapia, resultaba en una elevación del mito al que se le incorporó una aureola de redentor.

 

Sus aparentes recuperaciones fueron mostradas como una suerte de milagro, propias de un profeta, de un hombre sobrenatural que era capaz de renacer y vencer en cualquier batalla. La consigna ¡muerte! cambió por la de «viviremos y venceremos» y el golpe con el puño por las manos extendidas.

 

En sus últimas apariciones, la maquinaria propagandística preparó el camino para lanzar el gran mito y hacerlo trascender más allá de su muerte. La cúpula, consciente del inevitable fin preparó cada etapa

 

La ciudad se empapeló de afiches alusivos a las propiedades míticas del «padre», del «nuevo libertador». Ya no hablaban de política, ni de nuevas ofertas electorales para los pobres. Sólo exhibían sus manos de lluvia y mostraban su corazón sembrado en la patria. «Chávez vivirá en cada uno de nosotros».

 

Mientras tanto se echó mano de las reservas monetarias para lanzar la Misión Vivienda y otras más para repartir bienes y dinero en todas las zonas populares del país creando una sensación de bienestar.

 

Sabían que sería su última campaña electoral, pero un paso necesario para mantener viva la revolución.

 

Antes de partir a La Habana Chávez dejó su testamento: un heredero pero al mismo tiempo un país técnicamente quebrado.

 

En medio de grandes divergencias entre sus médicos optó por la intervención quirúrgica. Una secuela de informes contradictorios dirigido a sus seguidores mantuvieron viva la llama de su regreso triunfal que fatalmente fue truncado con el anuncio de Nicolás Maduro: «A las 4 y 25 minutos de la tarde de hoy 5 de marzo ha fallecido el comandante presidente Hugo Chávez Frías».

 

Francisco Olivares

Twitter: folivares10

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