¡No al chavismo!
abril 27, 2018 6:59 am

 

“Árbol que crece torcido, nunca su rama endereza”.

 

 

Urge superar este accidente, esta hecatombe, este desastre. Me levanto hoy y recomienza el caos, no hay agua ni luz eléctrica. No hay transporte tampoco y los muchachos no hayan cómo ir a la universidad o al hospital a cumplir con su guardia. No hay cloro y los baños apestan porque si no hay agua…, el detergente, además, escaso y carísimo, y tampoco hay jabón de olor como lo llamábamos antes.

 

 

 

Intento por tercera vez en esta mañana, trabajar con la computadora, pero no hay Internet. Me voy a la oficina y al llegar respondo las llamadas con el teléfono de Cantv, porque el celular está fallando. Le debo explicar a un cliente que para la gestión encomendada que usualmente tomaba 4 días hábiles, ahora supone 13 o tal vez más. Registrar una compañía lleva 3 o 4 semanas y tengo juicios que se remontan al año 2000 y aún deambulan como ánima en pena, sin decisión, y muchos prefieren dejar las cosas así como están, desequilibradas, en lugar de accionar la tutela judicial por ineficiente esta última opción.

 

 

 

Antes de ayer pasé buena parte del día buscando un repuesto y anteriormente el aceite para el carro, sin poder resolver a satisfacción. Luego me introduje en la búsqueda de los medicamentos que se me agotan y entre el estupor por los precios y la ira de no encontrarlos, regresé a mi casa tarde, jaqueca incorporada.

 

 

 

Puedo continuar el larguísimo memorial de agravios, pero me interrumpe una evocación pertinente. Viene en efecto a mi memoria una frase de un pensador cristiano que repito así: “Solo lo cotidiano es importante, las cosas sencillas comunes a toda la gente, las otras solo vienen a continuación”.

 

 

 

No hay escenario alguno que no haya sido desfavorecido en estos años de gobierno del chavismo y, lo que es peor, pretenden renovar y aspiran a otro mandato. No hay espacio vital que no alcancen las radiaciones propias de la peor gestión de gobierno que en el mundo se adelante. Nos africanizaron en las estadísticas y no lo menciono peyorativamente hacia los países hermanos del continente negro; me refiero al descenso en todas las áreas relativas al índice de desarrollo humano. En educación nos atrasamos groseramente, salud pública, morbilidad, mortalidad, nutrición, pesos, tallas, medidas en dramático descenso demuestran los guarismos que miden esos elementos, endemias superadas y que han regresado en fuerza; en fin, nos hundimos en el vacío del fracaso.

 

 

 

¿La economía? El cataclismo de esa estulta e irresponsable receta por llamarla de alguna manera del socialismo del siglo XXI nos trasladó a liderar, pero desde la cola, atrás, en el fondo, en el último lugar, la nómina de los países con mala gerencia del mundo; en inflación hoy ya hiperinflación, depresión, con una reducción de dos tercios del PIB en cinco años, endeudamiento con un nivel vecino al 150% en relación con ese enanizado PIB y no me refiero a la deuda del sector privado, en estado de atraso mercantil frecuente.

 

 

 

Hambre desnuda en la calle, en la escuela, en el cuartel. Mengua en hospitales y en la casa, desesperanza acompañan a las más variadas injusticias, con tribunales tabulados políticamente, sesgados, mediatizados, pervertidos.

 

 

 

Sin instituciones ni credibilidad en ellas, una estampida de venezolanos se está produciendo y se han ido y se quieren ir por millones, descerebrando al país, privándolo de sus jóvenes, alterando su dinámica demográfica y no siempre la razón es económica. La inseguridad escandalosa pesa bastante. Los cuerpos policiales son un actor antisocial y delincuencia militante sin que el oficialismo haga mayor cosa. La impunidad no solo ampara obscena al régimen dictatorial que nos aflige y persigue criminalizando la ciudadanía, judicializando la política, sino que está aliada con todo género de transgresores, compartiendo el botín y con ello la desolación de familias enteras que no se pueden explicar que el robo, el secuestro, el hurto tenga que atenderse con militares o policías, pero no para evitarlo o castigarlo sino para negociarlo.

 

 

 

No hay autoridades, hay truhanes, y en este Estado fallido, amenazado de disolución, inerme y a la merced de depredadores de variados géneros y especies, Maduro y por muy poco Diosdado, se postula para reelegirse manipulándolo todo, inficionando de maniobras y vías de hecho, trampeándolo el sistema electoral, al frente del cual unas damas corruptas hasta los tuétanos dirigen hieráticas e inconmovibles una especie de garito, con máquinas denunciadas y con partisanos a cargo.

 

 

 

No hay novedad en lo que digo, pero hay que repetirlo porque a este ingenuo o quizá envilecido pueblo debe ratificársele a diario la verdad, ya porque no la vea, ya porque no la asuma. Debe hacerse ese exorcismo para que el zombi electoral que como huestes de un ejército de orcos prepara el chavismo en sus talleres de enajenación, con su carnet de la patria y la argolla del CLAP para naricearlos, no contribuya más a su perdición.

 

 

 

Larga esta agonía de la patria, triste momento histórico en el que el lado oscuro prevalece y la tristeza pareciera un pasaje de certeza inevitable. Pero Dios es grande y el mal siempre fue vencido, más tarde o más temprano.

 

 

Nelson Chitty La Roche

nchittylaroche@hotmail.com