Nazis y verdugos
febrero 15, 2014 9:43 am

En los campos de concentración nazi los comunistas tenían un trato especial. Les daban la responsabilidad de ser cabos de presos y por cumplir esa aborrecible tarea recibían una ración extra de caldo mohoso, maloliente y frío que les repartían como comida. Recitar a Marx, repetir las consignas de Lenin y adorar a Stalin no les ablandó el corazón. Trataban a sus custodiados, incluidos sus antiguos camaradas, de manera cruel y despiadada. Su humanismo era teórico, oral.

 

Superado ese percance, no se salvaban. Al final corrían la misma mala suerte que sus víctimas: los hornos crematorios y la cámara de gas. Son momentos oscuros de la humanidad que se consideraron superados. Pero no fue distinto en la China de Mao, que utilizó la Revolución cultural para deshacerse de ideas contrarias y de adversarios. De nada sirvieron los poemas del gran timonel: millones murieron de penuria y sometidos a los peores vejámenes en su particular lucha por la igualdad y contra la explotación del hombre por el hombre. En Camboya, un poco más allá, todavía existen las osamentas de los millones de personas asesinadas por el jémer rojo, y de las ruindades que todavía se cometen en Corea del Norte hasta contra la propia familia de la casta gobernante.

 

Poco se habla de los campos de concentración en los que eran recluidos los homosexuales en la Cuba revolucionaria y de los numerosos funcionarios que integraban la brigada policial que los perseguía; que recorrían calles, caminos vecinales y sitios públicos para descubrir señales que revelaran las preferencias en la cama de peatones y viandantes. La homofobia de la revolución castrista solo es comparable con su animadversión contra los negros, a quienes todavía relega a ser tocadores de tambor o guardaespaldas, cualquier otra ocupación es para cubrir las apariencias, como la palabra mulato. Oye, tú.

 

Mientras menor es el desarrollo del sistema capitalista del país en el que se intente aplicar el marxismo interpretado y concebido por la Academia de Ciencias de la URSS, más despiadado es el proceso de “construcción del socialismo” como etapa anterior al comunismo. Siendo Venezuela un país petrolero y rentista, los métodos y sus resultados pueden ser tan ambiguos y desorientadores como la conducta de los comunistas que en la cárcel del nazismo fueron el terror de sus compañeros de desgracia. La saña desplegada el miércoles contra los estudiantes aclara que no se trata de amor ni mucho menos de frenesí, sino todo lo contrario. Vendo entrada al cielo, acepto dólares paralelos.

 

Por Ramón Hernández