La única forma como el gobierno puede contener este malestar es a través del miedo y el terror

Noches de terror deben sufrir habitantes de edificios en donde se han registrado protestas. En Caracas, San Cristóbal, Rubio, Valencia, Barquisimeto y otras ciudades de Oriente. A los 20 muertos por disparos, golpizas y perdigonazos a quemarropa, que han ocasionado los represores, se agrega estas noches de terror en los que la GNB ya no dispara bombas lacrimógenas a manifestantes en las calles, sino a ventanas de apartamentos en donde presumen, vive una familia opositora, que cacerolea o lanza improperios o alguna que otra botella contra los guardias y motorizados.

Al lado de estos «soldados de la patria» los encapuchados de las UBCH, cuando no disparan, parecen dar las instrucciones o indicar en cual ventana debe ser lanzada la bomba para castigar o «apagar la candelita» según las instrucciones del propio Maduro.

Cómo entender que militares con formación profesional, acepten protagonizar tal represión y una convivencia abierta con grupos delictivos.

Es una lucha desigual de piedras contra balas, de jóvenes sin preparación militar frente a profesionales organizados y equipados con modernas armas.

No es nuestro propósito analizar si estas barricadas y protestas extendidas en varias regiones, devendrán en soluciones a la crisis ética y económica que padece el país. Pero quienes protagonizan estas protestas callejeras son jóvenes que se han encontrado con un país sin futuro para ellos.

La corrupción de la cúpula gobernante que se ha enriquecido mientras sostiene la necesidad de mantener pobre y dependiente al resto de la sociedad, es una realidad que no cambiará por voluntad de estos gobernantes.

Han expropiado más de tres millones de hectáreas de fincas que una vez fueron productivas. Han expropiado cientos de industrias que hoy generan inmensas pérdidas o han dejado de producir bienes. Han acabado con las exportaciones que generaban divisas distintas al petróleo. Y para una pareja joven resulta imposible hacer planes para desarrollarse profesionalmente y obtener alguna vivienda. En otras palabras, les quitaron cualquier tipo de esperanza.

La única forma como el gobierno puede contener este malestar es a través del miedo y el terror. La violencia y el caos los favorece y los cohesiona. Mientras logren mantener al margen a los sectores populares estarán tranquilos. Para el gobierno las muertes son parte de su guerra y estos jóvenes que mueren sus enemigos. Pero los problemas económicos y de inseguridad se profundizarán. En dos meses llevamos 2.841 homicidios. Es muy posible que la siguiente ola de protestas surja de las bases populares que antes los apoyaron.

 Francisco Olivares

Twitter: @folivares10