Mi lectura de la inflación
abril 11, 2016 6:15 am

¿Cómo va la inflación en 2016? Según el dato extraoficial que se filtró a la prensa esta semana, citando fuentes cercanas al BCV, la inflación del mes de marzo fue de 16%, la acumulada en el primer trimestre fue 57% y la tasa anualizada (marzo a marzo) está en 355%. Por otra parte, el dato oficial del BCV indica que para el mismo periodo… Disculpen, no hay dato oficial.

 

 

Curiosamente, hemos podido ver como más de un colega se ha enredado al principio sacando la cuenta, pues dicha tasa trimestral no les cuadra con la tasa anualizada, solo para darse cuenta que el problema es que toman como punto de partida las cifras oficiales de 2015, publicadas tardía y parcialmente por el BCV, lo cual es obviamente un craso error. En este punto debo aclarar que en mi papel de Diputado a la Asamblea Nacional estoy obligado, en la medida de lo posible, a trabajar con cifras oficiales, y es por ello que en más de una ocasión me escucharán manifestar que, por ejemplo, la inflación en 2015 fue de apenas 180%, tal y como reporta el BCV. Pero en mi papel de analista económico, preocupado por entender la realidad nacional, no puedo dar por buenas unas cifras que vienen distorsionadas. En su lugar, debo echar mano de la mejor información disponible y es por ello que, hasta nuevo aviso, entiendo que el año pasado cerró con una inflación de 270%.

 

 

 

Como analista, son muchas las razones de forma y de fondo para poner en duda las estadísticas de precios 2015 publicadas por el BCV. El tema de la manipulación de las ponderaciones (el peso que tiene cada rubro en el índice) con el fin de “rebajar” la inflación ha sido claramente evidenciada por diversos colegas, quienes se han dado a la tarea de reproducir el índice de precios a partir de las ponderaciones originales. A esto se suma la distorsión causada por una atípica ausencia de productos de todo tipo, más allá de lo que razonablemente se puede acomodar con los métodos tradicionales de imputación de precios, lo que compromete la integridad de la información estadística primaria. Eso debe estar pasando y quizás explique en parte el hecho de que las estadísticas 2015 publicadas por el BCV no tienen el nivel de detalle y desagregación de años anteriores, intentando escamotear las inconsistencias internas de las series.

 

 

 

Al remitirnos a la consistencia externa del dato, la elección es obvia. Si tomamos el dato oficial de inflación (180% en 2015), implicaría que el año pasado creció tanto el salario real de los trabajadores, lo que debería haberse traducido en un crecimiento del consumo de los hogares, como la cartera de crédito en términos reales, producto de una mejora en las oportunidades de inversión. Si por el contrario, tomamos el dato extraoficial de inflación (270% en 2015), la historia del año pasado sería una de reducción tanto de los salarios reales como de la cartera de crédito en términos reales, acompañado de una contracción del consumo y de la inversión real. En este contexto, si nos ubicamos en el 2016, el que la inflación del primer trimestre sea 57% y la tasa anualizada ya ande en 355% angustia pero no sorprende. Estamos hablando de un trimestre caracterizado por ajustes significativos en precios (tipo de cambio, gasolina, alimentos) y por esfuerzos desesperados por parte del Gobierno en aferrarse a la maquinita de imprimir dinero. Puesto que no hay señales de rectificación en materia económica, es lógico que la inflación siga su tendencia ascendente y eso es lo que vemos.

 

 

 

José Guerra