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Metafísica socialista

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Metafísica socialista

Cuando en 1992 los sicofantes se atrevieron a dar el golpe de Estado que venían planeando desde 1982, y del cual tenían organigramas, cuentos, estadísticas, encuestas y demás minucias que William Izarra llevaba en un maletín con la misma despreocupación con la que la niñera del ministro Jaua entregó el suyo en la aduana de Brasil, hacía un ratico que la Unión Soviética había implosionado sin que se disparara un tiro. Ningún integrante de la logia golpista se había dado cuenta de sus implicaciones. Convencidos casi todos de que luchaban contra la corrupción no por el socialismo, no se percataron de que el fin de la URSS les anunciaba el fracaso del proyecto por el que arriesgaban la vida.

 

Todavía quedan despistados que en Londres van a la tumba de Carlos Marx y le colocan flores, pero son más los que con desparpajo y burla orinan en un costado del monumento. Es su venganza por tanto daño causado a la humanidad en el nombre del mundo perfecto e imposible que el barbudo de Trevis imaginó como filósofo y por los terribles errores que cometió en sus incursiones en la ciencia económica. Marx fue advertido en su tiempo de que sus apreciaciones sobre el capital y el capitalismo eran literatura, o metafísica, pero no ciencia. Quizás desconocía la esencia del hombre, aunque le encantaba solazarse con la sirvienta.

 

Cuando veinte años atrás Isaiah Berlin aceptó el doctorado honorario en leyes de la Universidad de Toronto, envió una nota de pocas líneas en las que decía que por milenios el hombre se ha destruido luchando con sus semejantes, pero las muertes causadas por Atila el Huno, el Genghis Khan y Napoleón (que introdujo los asesinatos en masa en la guerra) son insignificantes comparadas con la Revolución rusa y sus consecuencias –opresión, tortura y millones de asesinados que yacen a las puertas de Lenin, Stalin, Hitler, Mao, Pol Pot y otros–; con el agravante de que la sistemática falsificación y manipulación de la información evitó que esos horrores se conocieran durante décadas.

 

Los sicofantes fracasaron en su intento de tomar el poder por la vía armada, pero resultaron victoriosos en su estratagema electoral. Lograron torcer el rumbo de la democracia y durante catorce años se han dedicado a cometer errores y a repetir desatinos. Ahora, con la caída de los precios del petróleo, se van a enterar de lo descomunal que ha sido su fracaso. Convirtieron el país en un peladero de chivos, pero con tres satélites chinos a su servicio en el espacio sideral que todavía no terminan de pagar y sin dinero para comprar acetominofén. Vendo colección de medallas para lucir en la pechera, evítese actos heroicos y batallas que pueden ser mortales.

 

Ramón Hernández

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