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Medios políticos lícitos

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Medios políticos lícitos

La presencia masiva en las calles de una protesta cívica pacífica es una forma lícita de lucha política. Y su éxito en la Venezuela de estos días tiene que ver con la necesidad popular de expresar, con la mayor fuerza posible, esos reclamos que el poder no quiere escuchar.

 

 

 

La violencia que, luego de la potente entrada en escena de las multitudes, también se ha presentado, no está en el plan de los promotores de las marchas ni de los miles, acaso millones, de participantes en ella. No es parte de su discurso ni conviene a su estrategia nacional e internacional. Es más bien un subproducto directo o indirecto de la represión, por parte de un gobierno que contradictoriamente invoca la paz y llama al diálogo, con amenazas, insultos, acusaciones y persecuciones. Directo, porque la represión misma ha sido violentísima y porque se ha incurrido en el temerario expediente de usar civiles, llamados “colectivos”, en actos de naturaleza paramilitar o parapolicial. Indirecto, porque la violencia represiva mueve ciertos resortes de la psiquis colectiva, y a los más propensos a la impaciencia o la ira, en vez de calmarlos los incita.

 

 

 

La lucha política lícita tiene, además de la protesta cívica en las calles, otros medios que pueden y deben usarse, según la oportunidad y de acuerdo a objetivos claros, sin cerrar la puerta a ninguno de ellos. Pecaría de falta de realismo el político que se auto-amputara un brazo, negándose una opción.
Es lícito el recurso del voto. Por eso hay que defender nuestro derecho a ejercerlo, reclamando nos sea devuelto por quienes pretenden expropiárnoslo. Votar vale mucho. Con el voto hemos propinado derrotas muy grandes al poder arrogante.

 

 

 

Es lícito en recurso del debate en la opinión pública. En los medios abiertos, en los entreabiertos, en los semi cerrados, en las redes sociales. Las restricciones que sabemos existen a nuestra libertad de expresión y nuestro derecho a la información, no son motivo para callar. A nadie sensato se lo ocurriría protestar contra estas antidemocráticas limitaciones no declarando, no escribiendo, callando. Sería el equivalente comunicacional de abstenerse de votar.

 

 

 

Es lícita la lucha parlamentaria. Y en el caso de nuestros diputados, muy meritoria. Vale mucho tener una Asamblea que demuestra que somos mayoría y que pone en el tapete los verdaderos problemas nacionales que el gobierno ha ignorado y quisiera ocultar. Esa Asamblea es hoy, nuestro principal argumento ante el mundo.

 

 

 

Y así llegamos al también lícito activismo internacional, ese que el poder quiere hipócritamente tachar de “traición a la patria”, cuando es defensa de la patria libre y de todos. Moverse ante parlamentos y gobiernos, partidos e internacionales políticas, medios y ONGs de todos los países que quieran escucharnos y buscar su solidaridad, es fundamental en este mundo globalizado.

 

 

 

Lo mismo que la protesta, el voto, la lucha parlamentaria, la batalla de la opinión pública y la inteligente presencia internacional, son lícitos el diálogo y la negociación política, cuando es oportuno, viable y hay objetivos definidos.

 

 

 

Saber usar cada medio y combinarlos en las proporciones eficaces, es la clave de la sabiduría política, esa que ahorra sufrimientos, acorta caminos, resuelve crisis y genera equilibrios y armonías en medio del natural conflicto social.

 

 

 

Ramón Guillermo Aveledo

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