Más cárceles para los rebeldes
mayo 3, 2014 9:53 am

Rompen rejas, violan cerraduras y quiebran paredes que no se colocaron para detener tanquetas

 

El control militar que veo en Venezuela me impresionó. La cantidad de policías uniformados en todos lados, dijo la senadora Argentina Patricia Bullrich, de paso por Venezuela.

 

Con tal imagen uno supondría que las ciudades venezolanas están a buen reguardo y el hampa que hacía de las suyas finalmente se cohibe ante tanto despliegue de fuerza.

 

Pero no están allí para eso, su misión es otra. Al filo de la noche se mueven hacia objetivos predeterminados. Sus movimientos y armaduras evocan feroces dictaduras del Sur del continente. Rompen rejas, violan cerraduras y quiebran paredes que no se colocaron para detener tanquetas.

 

Casi al instante imágenes de autores anónimos se asoman por las redes sociales. Ellas dibujan rostros de jóvenes aterrorizados que apenas pudieran rondar los 18 años de edad. Son cazados como presas y arrastrados a los centros penitenciarios más peligrosos del país: Tocorón, Yare III, etc.

 

«Prefiero que me maten protestando que ser asesinado por salir de mi casa» expresa algún cartel que se asoma tras una barricada.

 

Los sondeos recogen una insólita disputa entre la escasez, la inflación y la inseguridad, en una suerte de libre competencia para medir cuál de esos males afecta en primer lugar a la población.

 

Cada cierto tiempo un asesinado prominente nos recuerda que Venezuela encabeza la lista entre los países más violentos del mundo.

 

Esta vez le tocó a un dirigente del partido oficial, el polémico Eliécer Otaiza, cuyo feroz asesinato nos volvió a recordar el toque de queda permanente en el que vive el pueblo venezolano.

 

Tan inesperado suceso provocó la declaración de la ministra Iris Varela quien sentenció que «su muerte sería vengada» dando por sentado que sería un crimen atribuible a algún dirigente opositor.

 

Esa misma ministra dijo sobre el caso de otra asesinada prominente, Mónica Spear, que su asesino sería enviado a Cuba para ser rehabilitado. Cuestión de «ética revolucionaria».

 

La muerte se hace cotidiana y en un día común ocurre que: «aparece el cuarto cadáver en el río Guaire»; «miembro de un colectivo asesina a un trabajador de Fontur»; «matan a tiros a fiscal de línea de autobuses en Petare»; «golpearon y tirotearon a un gandolero de Pdvsa»; «matan a comerciante de 4 tiros a una cuadra de la gobernación del Zulia mientras el gobernador Arias Cárdenas dirigía una reunión por el relanzamiento del Plan Patria Segura».

 

La protesta ha sido eliminada como derecho constitucional y las cárceles son despejadas de asesinos para recibir a la nueva generación rebelde.

 

Francisco Olivares

@ folivares10