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Manual de política cotidiana

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Manual de política cotidiana

Comienza el año y los retos siguen allí. Los resultados electorales dan cuenta de lo mucho que todavía hay por hacer y del esfuerzo que hay que invertir para que el país no caiga definitivamente en la desolación de una tiranía irreversible. Por eso es bueno recordar que nadie está exento de luchar y que todos debemos mantener nuestros compromisos con el país sin caer en la desesperanza, el desencanto o en la salida fácil de marcar la distancia del exilio autoinfligido. La clave está en no dejarnos vencer y en dar frutos aun dentro de la adversidad. Tenerlo presente es cuestión de método, por eso vale la pena tener presente las siguientes recomendaciones.

 

La política es el compromiso con la ciudadanía y con lo público. No sea indiferente. Manténgase informado de lo que ocurre en el país, en su estado y en su municipio. No sea hipercrítico hasta el punto de ser destructivo, pero haga el esfuerzo por integrar redes de información para contribuir a la solución de los problemas cotidianos. En ese sentido la política no es un saldo de los resultados de lo que otros hacen por ti sino la contribución que todos y cada uno hacen en el esfuerzo de conseguir un mejor desempeño.

 

Mantenga el foco en la realidad presente. A los esfuerzos de imponernos una utopía inviable debemos oponer la contrarrevolución de la realidad. Intente explicaciones objetivas y causales para las cosas que están ocurriendo. Identifique los focos de responsabilidad. No caiga en el resentimiento de los que buscan en el pasado las culpas que nos hacen vivir el presente. Recuerde que el poder trae consigo la consecuencia de la responsabilidad y que por lo tanto los que gobiernan deben asumir las consecuencias de las decisiones que toman.

 

No pierda de vista que el grado de satisfacción con lo que estamos viviendo tiene que ver con el significado que le demos a decisiones y situaciones. No caiga en la tentación de asumir como propia las interpretaciones del gobierno. No “compre chivos expiatorios”. Exíjale al gobierno que argumente sus “por qué” sin aludir al pasado, ni a teorías conspirativas que nunca han probado. Al régimen le hace mucho daño el que mantengamos el sentido de realidad y la cordura.

 

No se aproveche del daño económico. Los mejores aliados de la política de “guerra económica” fueron los que dudaron y los que hicieron las colas golilleras aun sabiendo que esa política de saqueo provocaría mayores males. No crea ni por un momento que su suerte está divorciada del resultado social, y que puede escaparse de las consecuencias del maridaje con el populismo y la demagogia.

 

Exija a sus líderes sin destruir las instituciones de las que nos hemos provisto. Las instituciones son los grandes acuerdos y normas por las que nos regimos. La unidad y una vocería unívoca han impedido el arrase que el régimen siempre ha deseado. Las reglas de selección participativas nos han dado liderazgos legítimos. Todo puede ser perfectible siempre y cuando no tengamos que comenzar de cero cada vez que tenemos un reto político por delante. No abandone a los dirigentes, vincúlese con ellos, hagan propuestas, exíjales coherencia y consistencia, pero no caiga en la tentación de la injuria ni haga suyos los relatos que propone el gobierno. Mantenga la solidaridad y comprenda la dureza de la lucha.

 

Contribuya al financiamiento de la política. Busque cómo dar su aporte económico aunque sea muy modesto. Si tiene tiempo haga voluntariado o participe activamente en tareas partidistas. La actividad política no cesa en ausencia de elecciones, simplemente se hace más compleja y sofisticada.

 

Disciplina, organización y solidaridad son ingredientes esenciales del éxito político. Contribuir en la creación y mantenimiento de organizaciones de base y evitar las tendencias disolventes requieren de nuestra parte el exigir y estimar los espacios, tiempos y contextos apropiados para el diseño y/o la revisión de lo que se debe hacer, y para la instrumentación de lo decidido. La disciplina no es obediencia ciega sino constancia en la participación, tenacidad en la construcción de la organización política y electoral que necesitamos, y la convicción de que esta actividad es sobre todo constancia en los esfuerzos de persuasión. Al régimen le ayuda nuestros silencios y nuestra indiferencia.

 

Los que se abstienen no ilegitiman al régimen, lo apoyan en sus esfuerzos de destruir cualquier alternativa. La solidaridad es ese vínculo de afectos y mutuo reconocimiento del que se nutren nuestros líderes cuando se ven atacados e injuriados. Debemos aprender a ser incondicionales y a no dudar en cada acusación. Las batallas tienen dos flancos, y debemos reconocer en cuál de los dos bandos estamos, sin la tibieza que expresa a los que no tienen el suficiente compromiso.

 

Respete, aprecie y apoye cualquier espacio de libertad y de respeto. Frecuente los espacios públicos en donde no se hacen diferencias entre los que son ciudadanos. Valore la libertad de expresión, el arte y los artistas que se mantienen libres de la influencia oficial. Asista a las iglesias, conciertos y recitales en señal de apoyo a la independencia y a los derechos de los individuos a ser, pensar, creer y crear en libertad.

 

Manténgase activo en la comunidad de padres y representantes. No permita la ideologización de sus hijos. Dialogue con los maestros y hágales saber que están pendientes de su compromiso con el conocimiento y la cultura. Ayúdelos a superar sus propios prejuicios y busque salidas creativas al totalitarismo educativo.

 

Participe en gremios y colegios profesionales. Dele importancia y no deje pasar cada espacio de participación. Desde estas organizaciones se pueden debatir los problemas del país y proponer soluciones alternativas. No permita su colonización ideológica y luche por la preeminencia de los principios sin cálculos subalternos ni ganancias personales.

 

Trate bien a la gente. Sea justo y agradable sin ser pendejo. Ejerza su libertad y su dignidad pero reconozca la de los otros. No se deje usar pero no use a nadie. Que todos vean en Ud. una alternativa al odio, la explotación del resentimiento y la ineficacia del anclaje en el pasado. Hable de futuro y no deje pasar la oportunidad de ser pedagógico. Respete la diversidad y practique la inclusión pero no se deje malandrear.

 

Construir una superioridad espiritual basada en la justicia, la reconciliación de la sociedad venezolana y la construcción de un proyecto colectivo incluyente pero productivo. La experiencia dice que muchas veces las exigencias de la justicia pueden entrar en colisión con las de la eficacia. En todo caso, si no somos mejores no tendremos la oportunidad de dirigir el país.

 

Esto no significa ni entreguismo ni olvido sino los espacios apropiados y pertinentes para exigir responsabilidades, mientras el país se embarca en la solución irreversible de sus problemas originarios: el increíble atractivo del caudillo, la tentación populista, el desapego a las instituciones republicanas y el divorcio que mantenemos entre productividad y resultados.

 

Por Víctor Maldonado

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