«Yo les digo ustedes ¿quieren enfrentarse el próximo año o en el 2018, quieren otra vez enfrentarse a la tragedia circunstancial que nos tocó vivir el 6 de diciembre que nos ganara la oligarquía? ¿Ustedes se van a calar otras elecciones donde gane la oligarquía? Preparémonos, desde ya, como somos nosotros, incansables. Aquí nadie puede entregar su conciencia ni su voto a la oligarquía más nunca en la vida”.

Si bien ya el gobierno de Maduro venía violando la Constitución, actuando al margen de ésta, apoyándose en las armas y la complicidad de los poderes públicos para gobernar fuera de la Ley, el jueves por la noche lo reconoció con sus propias palabras. Es decir, lo declaró, lo oficializó y en alocución pública eliminó la última institución democrática que quedaba en Venezuela, es decir las elecciones.

Su declaración es un golpe de Estado abierto. En su leguaje de bajo nivel le dijo a una reducida audiencia compuesta por los pocos seguidores que le quedan: ¿Ustedes se van a calar otras elecciones en donde gane la oligarquía?

A Pinochet en Chile un plebiscito lo sacó del poder. Fujimorí fue desalojado del poder por una actuación similar y un mega fraude electoral que tuvo el mismo origen. En Venezuela Marcos Pérez Jiménez tuvo que aceptar un proceso electoral y hacer fraude para mantenerse en el poder para que finalmente su mismo entorno lo desalojara. Pero Nicolás Maduro simplemente anuncia que en Venezuela no habrá elecciones hasta tanto el chavismo no logre recuperar su electorado.

Esta declaración desde luego ocurre paralelamente cuando su mismo Gobierno, pero a través de sus tribunales, ejercen una acción para suspender el proceso revocatorio que se activaría los días 26 al 29 de octubre.

El Gobierno había diseñado un mecanismo para las firmas revocatorias mediante el cual, aun sin interrupción, centros cerrados y trabas en las vías, solo podrían recogerse 5 millones de firmas como máxima posibilidad. Pero al saber que al menos 10 millones de personas acudirían a esos centros a manifestar su disposición a revocar al Presidente, eso era un efecto demasiado comprometedor para el precario apoyo que tiene Maduro.

Aun bloqueando a los medios de comunicación y a los corresponsales extranjeros el efecto de ese hecho habría generado un impacto trascendental no solo en Venezuela sino a nivel mundial.

Así que no quedaba otra opción para el precario Gobierno que el “golpe continuado” como se ha definido esta nueva fórmula de gobierno de facto.

Con esa acción y la declaración de Maduro, Venezuela continúa su ruta descendente hacia la quiebra económica y el aislamiento internacional.

Ya nadie le presta dinero a Venezuela: Los bienes de la República pueden estar comprometidos en corto tiempo. Apoyado en el alto mando militar Maduro aún sigue manteniéndose en el poder con una política altamente represiva contra la dirigencia que se le opone.

Medidas como la prohibición de salida del país y la detención de dirigentes opositores, gobernadores, concejales y alcaldes, se han profundizado. A esto se agrega la represión inmediata de cada protesta que por “hambre” brota en cada rincón del país. No es “la oligarquía” a la que le temen.  Es una cúpula contra la gran mayoría del pueblo venezolano.  Es decir, esa cúpula es la oligarquía y son sus intereses los que han terminado defendiendo en contra de un pueblo que vive una crisis humanitaria.

Los efectos de estas medidas están por verse. A juicio de quien esto escribe el Gobierno ha escogido el peor camino.

 Francisco Olivares

@folivares10