Los regalos de San Nicolás
diciembre 6, 2018 7:41 am

 

 

El presidente Maduro acaba de anunciar un nuevo aumento de los salarios y otras medidas similares que calificó como “un regalo del presidente”.

 

 

¿Regalo del presidente? Yo te aviso, chirulí. Lo estamos pagando todos los venezolanos con hiperinflación.

 

 

 

Tratemos de analizar algunos de sus recientes anuncios. El primero fue el aumento del salario nominal 4.500 bolívares soberanos. No es el monto lo que llama la atención. Si a ver vamos es insuficiente y refleja la brusca caída del poder adquisitivo de los salarios en el país.

 

 

 

Ricardo Hausmann ha dicho que a dólar libre el salario de 1.800 bolívares soberanos que se decretó a partir del primero de septiembre equivalía a 30 dólares de aquel momento en el mercado libre y que en poco tiempo la pérdida del valor adquisitivo de la moneda lo había reducido a 4,50 dólares. Plantea ahora Hausmann que el nuevo salario decretado de 4.500 bolívares representa apenas 11 dólares en el mismo mercado. Estamos peor que antes.

 

 

 

Lo que se pone en evidencia es que cada vez que se decreta un aumento del salario se desatan mecanismos que erosionan el valor de la moneda, con lo cual el aumento se disuelve rápidamente como sal y agua entre las manos de los trabajadores. No se trata, desde luego, de ninguna guerra económica.

 

 

 

A nadie le importa cuántos bolívares le pagan de salario. Lo que interesa a los trabajadores es cuántas cosas pueden comprar con esos bolívares.

 

 

 

Ese es el secreto. Lo que hay que procurar es un aumento del salario real y no del nominal. Eso se logra con aumentos de la oferta, de la productividad e impidiendo que el Banco Central financie el gasto público.

 

 

 

El salario real es aquel que representa la cantidad de bienes que el trabajador puede adquirir con el volumen de dinero que percibe y, por tanto, representa su poder de compra; es decir, la cantidad de bienes y servicios que puede lograr a partir de su salario.

 

 

 

Por no entender cómo funciona la economía, cada una de las medidas anunciadas por el presidente conspira precisamente contra el poder adquisitivo del salario.

 

 

 

Cuando el beneficio que produce un aumento de salario decretado es menor que el perjuicio inflacionario que acarrea, en lugar de favorecer a los trabajadores los perjudica.

 

 

 

La razón es clara: el presidente no tiene con qué pagar sus regalos, ni el régimen cómo atender los aumentos de sueldo que decreta. Para poder cubrirlos recurren al Banco Central de Venezuela para que este emita más bolívares inorgánicos. Al revisar las cifras del BCV podemos constatar que a partir del primero de septiembre la liquidez monetaria creció 432% y en los últimos 12 meses, 43.000%.

 

 

 

Ese crecimiento desproporcionado en la cantidad de bolívares, que me atrevería a llamar falsos, se incorpora a la masa monetaria y demanda bienes. El primer impacto es el siguiente: muchos bolívares tratando de comprar pocos bienes inevitablemente conducen a un aumento en el precio de los bienes. Eso es lo que se llama inflación. Este mal, al agudizarse, puede llegar a transformarse en hiperinflación.

 

 

 

Pero hay un segundo impacto. Los excedentes monetarios creados artificialmente por el BCV para satisfacer los decretos del presidente, al no encontrar qué comprar en un país que padece una severa escasez de bienes de todo tipo, al final del día se desvían hacia la adquisición de dólares en el mercado paralelo. El resultado es que el valor de los dólares en ese mercado se dispara vertiginosamente.

 

 

 

He ahí los resultados de esta novísima teoría económica que está inventando el presidente de su propio cacumen y que, en sus propias palabras, no figura en ningún manual ni se ha aplicado en ninguna otra parte del mundo. Hoy se puede vanagloriar de haber sido el padre de la mayor hiperinflación que existe en el planeta. También puede ufanarse de haber provocado la contracción, a menos de la mitad, del tamaño de nuestra economía en poco más de cuatro años.

 

 

 

Esas son dos de las consecuencias inmediatas de los regalos de San Nicolás: hiperinflación e hiperdevaluación. Ambas variables se retroalimentan y conspiran en un mecanismo perverso, una suerte de guerra económica auténtica, para robarle el poder adquisitivo al salario de los trabajadores venezolanos.

 

 

@josetorohardy