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Los mismos, lo mismo

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Los mismos, lo mismo

Para el venezolano común, la economía es lo que vive. Las colas en supermercados y panaderías. La escasez. Muchos productos cuesta conseguirlos o no se consiguen, sea comida o medicamentos, repuestos o cualquier cosa antes corriente.

 

 

 

Los precios suben de un día para otro. Siempre comprar algo será más caro de lo que habíamos pensado. La devaluación, no porque compre divisas, sino porque los bolívares que recibe en pago no le alcanza ni siquiera para las mismas pocas cosas que compró la última vez, y que le suban el salario mínimo no le sirve de nada. El hambre, los muchachos hurgando la basura.

 

 

 

¿Qué pasó? Que la agricultura, la ganadería y la industria venezolanas producen mucho menos que antes. ¿Por qué? No por casualidad, sequía, “guerra económica” o mala suerte. Es el resultado de las políticas oficiales. Expropiaciones, invasiones, regulaciones excesivas, limitaciones, amenazas, cargas fiscales y, también, corrupción. Eso nos hizo depender de las importaciones. Mientras había dólares para tapar los huecos, éstos no se notaban. Ahora no hay dólares para importar. Se fueron por la cañería del desorden, los proyectos caprichosos, la burocracia, la deuda y la tajada jugosa de la corrupción. La corrupción, con las divisas y contra la economía privada, se debe al aumento de la discrecionalidad en funcionarios poderosos que actúan sin control.

 

 

 

Esas políticas y prácticas llevan dieciocho años. Leyes, decretos, resoluciones ministeriales. Plan de la Patria. Para sustituir la propiedad privada de los medios de producción por una estatal y socialista, el Gobierno ha intervenido, absorbido o creado muchas empresas. Sus resultados, en conjunto, van de mediocres a deprimentes. Después de estatizada su producción se volvieron escasos el cemento, las cabillas o el café. Hay estudios rigurosos como Gestión en Rojo, libro de los economistas venezolanos Richard Obuchi, Anabella Abadí y Bárbara Lira, publicado por el Iesa hace seis años. Se evalúa el desempeño de dieciséis empresas estatales y los resultados generales del modelo. Los objetivos de desarrollo endógeno y seguridad agroalimentaria no se alcanzaron y el de estabilidad laboral, luce mejor, pero su sostenibilidad es seriamente dudosa, y, aparte, no hay nueva oferta de empleo público y menos privado. Hoy está peor.

 

 

 

La “Constituyente” que quieren imponer no se plantea rectificar nada de esto. Al contrario, es para que los mismos sigan en lo mismo.

 

 
Ramón Guillermo Aveledo
@AveledoUnidad

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