Lo que hoy sucede en Venezuela se resume en las palabras de Nicolás Maduro pronunciadas el martes cuando dijo en cadena nacional: “Lo que no se pudo con los votos se podrá con las armas”.
Lo que no logra Maduro con los votos lo impone por la fuerza o la violencia. Es el resumen de la crisis venezolana, la esencia del proyecto político oficialista. Ha sucedido hasta ahora con la creación de gobernaciones paralelas al perder el Psuv en algunos estados. Sucede con el actual TSJ buscando anular al Parlamento o a la Fiscalía.
Ahora se amenaza al pueblo con las armas, y eso se concreta en hechos como los ocurridos el martes, cuando los grupos paramilitares llamados colectivos lanzaron explosivos contra el Palacio Federal Legislativo y secuestraron durante cuatro horas a diputados y trabajadores presentes.
Lo hemos visto en la represión de los últimos 90 días de protestas. Lo observamos cuando 15 estudiantes de la Universidad Simón Bolívar fueron encerrados en un camión policial mientras les rociaban gas lacrimógeno o cuando en una urbanización de Caricuao un tanque militar rompió sus paredes para evitar la protesta que allí se realizaba.
Es lo que sucede con el fraude constituyente luego de negar la realización del constitucional referendo revocatorio. A través de unas reglas tramposas que niegan el voto universal y libre, se intenta que 10% se convierta en 90% para imponer por la fuerza una constitución que representa a un pequeño sector sin consultarle al pueblo su pertinencia a través de un referendo. Buscan imponer para siempre el hambre y la violencia, pero el pueblo firme en las calles lo impedirá.
La Encuesta sobre Condiciones de Vida (Encovi) realizada desde 2014 por profesionales de la UCV, Ucab y USB ha arrojado resultados profundamente graves. En solo dos años, la pobreza pasó de 48% a 81% de los venezolanos, de las cuales 52% ha caído en pobreza extrema. Eso nos convierte en el país más pobre de la región superando a Haití. Diez millones de venezolanos están comiendo menos de tres veces al día. El modelo en que el Estado se adueñó de todo para llenar los bolsillos de unos pocos mientras vació los del resto nos ha traído hasta acá. Las cajas Clap llenadas con alimentos importados cuyo costo es de ocho dólares, pero que son importadas a un sobreprecio de $35, es decir, por cada caja hay $27 que no se sabía dónde terminaban, y son vendidas con sobreprecio, son un claro ejemplo del modelo estatista que enriquece a unos pocos mientras empobrece al resto. No solo se observa la corrupción en el caso de las cajas Clap. Casos como el de Odebrecht, que salpican a varios gobiernos de la región, evidencian la denuncia mayor de sumas en sobornos, en el caso venezolano, en las obras paralizadas o con nulo avance. Allí está el porqué de impedir los derechos constitucionales a votar y de los diputados a legislar y controlar.
Voto de censura
La AN, en ejercicio de sus facultades, aprobó por unanimidad la moción de voto de censura al ministro para la Energía Eléctrica, M/G Motta Domínguez, por su responsabilidad en la crisis eléctrica nacional y hechos de corrupción durante su gestión. Así queda sin validez cualquier convenio o acuerdo que firme Motta Domínguez y no podrá ser postulado a vicepresidente u otro ministerio durante el actual gobierno.
Llamado
La Unidad Democrática, el pueblo firme en la calle y la comunidad internacional quiere la única solución clara y posible en Venezuela: lograr con el voto libre, universal, directo y secreto superar la crisis de violencia y violación de derechos humanos en la que nos ha sumergido Nicolás Maduro. Finalmente, llamo a la comunidad internacional a formar parte de un grupo de países que concreten acuerdos para alcanzar una solución democrática en Venezuela a través del voto libre.
Julio Andrés Borges
Presidente de la Asamblea Nacional
