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Llegamos al llegadero..,

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Llegamos al llegadero..,

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Venezuela atraviesa su peor momento republicano. No en términos de montoneras o mesnadas. Es más delicado.  Es un peligroso estado de desmembramiento social, donde las madres dejan de comer por favorecer a sus hijos. Es hambre. Es miseria. No es hacer colas en automercados, sino hurgar en basureros recogiendo sobras y desechos. No existe antecedente en Venezuela de un desbordamiento social pulsado por el vejamen y la avidez. Territorio de cuatreros, de saqueos, de despojos, donde la vida vale un kilo de pollo que ya va por los 3MM de Bs. de los viejos…

 

 

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En términos de dignidad y DDHH llegamos al llegadero. Hace  rato los índices de criminales sobrepasan todos los límites. De cada cien asesinos son juzgados y castigados tres. Hace rato que el país va al garete en términos de  democracia, separación de poderes y estado de derecho. Entre  comunas, CLAP o comités agrarios, se cargaron un país. La militarización vino con la cubanización, donde el estilo pretoriano no ha sido eficaz para mantener al pueblo alimentado, sino obedeciendo. Las cifras no están representadas en power point. Están en el cementerio, hospitales, en la morgue, los anaqueles. La barbarie ha llegado a extremos espeluznantes. Secuestrados escondidos en lápidas. Linchamientos. Madres que prefieren quitarse la vida por no tener medicamentos para tratarse un cáncer… Llegamos al llegadero. Sin escozor se confiesan juicios amañados (Dixit Nieves) y se amenaza poner tras las rejas a quien estorbe. Diputados golpeados impunemente. Llegamos al llegadero. Nuestros niños no van a la escuela porque no tienen fuerza para amanecer. Llegamos al llegadero. Mujeres empujadas al Guaire por defender y resistir su puesto en una fila (Dixit L. Padrón), y llevar a casa una bolsa de Harina Pan. En el metro hay que esconderlas (las bolsas), porque las arrebatan.

 

 

 

La crisis es inédita por dolorosa. Nunca la escasez había sido móvil criminal. El tema no es ideología, credo o raza. Es sobrevivir a punta de yuca y plátano. Llegamos al llegadero porque los ciudadanos no vamos al compás de la ley sino de colectivos, milicias o unas FFAA socialistas y revolucionarias -sic-. Nuestra pobreza toca estadísticas africanas. Llegamos a un llegadero que no me lo creo, que no anticipé, que no quiero aceptar, y que escribiéndolo, me tiembla el pulso de pensar, nos quedaremos pegados en la anomia. Subyace un pálpito terminal que anticipa el retorno de una Venezuela decente. Y cada vez que piso mi país, amén del caos, me invade una inmensa fe matizada de euforia. ¿Nostalgia, empeño, anhelo? Es el instinto de cambio inevitable…

 

 

 

Sin caer en voluntarismo, toda llegada conduce a una salida. No es el agotamiento del ciclo Chávez, sino el que corrió desde 1989 hasta la fecha. Desde aquel despertar popular (Caracazo), primera rebelión urbana contemporánea devenida de una relegación social ominosa. Un ciclo que languidece en medio de circunstancias más severas que las de 1989, en medio de revueltas y penurias que pulsarán una agitada transición política. Ni consensuada, ni organizada. Ojalá no violenta. Una transición del poder y de la historia (de lo populista a liberal), forzada por los hechos, no por la razón. Una transición  preterintencional, es decir, que irá más allá de lo que hubiese querido la voluntad política. Llegamos a un llegadero de transición improvisada, gatoparda, vigilada por la impaciencia popular. Un salto a un intermedio convulsivo hacia lo institucional. Como el que arrojó el corralito de Argentina (De La Rua 2001); la amnistía de Brasil de 1979 (promovida por el líder comunista Luis Carlos Presta), promulgada en el gobierno de Figueiredo o la de Perú  tras la renuncia de Fujimori (2000), forzada por 350.000 universitarios conductores de la transición de Valentín Paniagua (Presidente del Congreso a la fecha) y del cholo Alejandro Toledo. Un continuo democrático hasta la elección reciente (por nariz) de Pedro Pablo Kuczinsky, en una contienda ejemplo de madurez política… Una transición accidentada como la Metamorfosis política del caso Boliviano, que entre la caída de la dictadura de Banzer y la asunción del gobierno democrático de Siles Suazo en 1982, se debatió en una puja de sectores -que intentaban volver a la democracia o buscaban profundizar la dictadura del estado burocrático autoritario, adoptado por los países vecinos- Argentina (Videla), Brasil (Figueiredo), Chile (Pinochet) Paraguay (Stroessner), Perú (Morales Bermúdez)- y donde en cuatro años gobernaron (en Bolivia), ocho presidentes: Pereda, Padilla, Guevara Arce, Natusch Busch, Gueiler, García Meza, Torrelio y Vildoso. Transiciones de lo autocrático a lo democrático, espasmódicas.

 

 

 

Venezuela no espera. Se avecina un nuevo desafío: Mutar la genealogía de la historia del poder y la moral en Venezuela; de «Doña Bárbara» al sentido honesto y republicano del propio Gallegos. Es evolución típica de pueblos míseros devenidos en gloriosos, en civilizados. Es la historia de Latam, Europa central, España; de los Balcanes, Centro América, México o China post revolución, o de Malaysia, Corea del Sur o Singapur. Llegamos al llegadero. Pero vamos de regreso…

 

 

@ovierablanco        

vierablanco@gmail.com 

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