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Lectura mínima de las parlamentarias

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Lectura mínima de las parlamentarias

Hay que atajar a tiempo las lastimeras excusas que a partir del lunes pondrá a rodar la cúpula madurista para tratar de justificar su derrota histórica. Ya puedo escucharlos. Que si “los resultados no están claros”, o que “hay que ver qué quiso decir la gente”, o peor aún, que “el pueblo está confundido”.

 

 

Me disculpan si en esta ocasión me desvío de lo estrictamente económico y financiero, temas habituales de esta columna, pero en esta jornada electoral se define el marco político que condiciona toda posible elección en materia económica, y es importante neutralizar los intentos por desconocer la voz del electorado, pues una cosa es reconocer el resultado de una elección y otra reconocer la voluntad del pueblo.

 

 

El mensaje central que se desprende, claro y fuerte, de estas elecciones parlamentarias es que la gente quiere cambio. Y no se trata de un cambio genérico o ambiguo, la mayoría opina que vamos en la dirección equivocada, responsabiliza a Maduro y su combo por el colapso generalizado y pide un cambio de rumbo urgente. Aparte del repudio a la cúpula gobernante, estas elecciones expresan un rechazo mayoritario al fracasado modelo socialista que han querido imponernos y un claro mandato para recuperar el sistema de libertades económicas consagrado en la Constitución, en eso no hay discusión. Sobre cómo desmontar esta bomba de tiempo y transitar a un verdadero modelo productivo con inclusión es algo abierto al debate en la nueva Asamblea Nacional, pero el mandato central está claro: se acabó el experimento comunistoide, punto.

 

 

Adicionalmente, estas parlamentarias confirman que el venezolano apuesta por un cambio en paz y democracia. A pesar de los mejores esfuerzos del oficialismo por crear un clima de zozobra y generar todo tipo de dudas sobre la efectividad del voto, llegamos al 6D, una jornada que lucía inalcanzable hace apenas seis meses. La gente decidió salir a votar y elegir sus representantes ante la Asamblea Nacional para que hagan precisamente eso: representar sus intereses y preocupaciones en la máxima instancia de acuerdo nacional. Resulta válida la aclaratoria, porque seguramente ya saldrá el que te conté a convocar a una fulana “mesa de diálogo” o algún otro artilugio para tratar de contrarrestar el hecho de que el epicentro de la discusión política nacional se muda indefectiblemente a la Asamblea.

 

 

Finalmente, la dirigencia oficialista debe tomar nota del mensaje navideño que le envía su base electoral y enterrar aquello de que “el pueblo está confundido”. Más allá de un simple revés electoral, estas parlamentarias demuestran que no es posible sostenerse como fuerza política exclusivamente sobre la base del ventajismo, el abuso y la intimidación, pues al final el pueblo no se la cala.

 

 

Ahora que el chavismo es oficialmente minoría, debe apresurarse en decantar cuál será el papel del madurismo dentro del Psuv, del Psuv dentro del GPP, del GPP dentro del chavismo y del chavismo dentro del juego político venezolano. Sin ir muy lejos, allí están las elecciones regionales que se celebran en doce meses (o menos) y la militancia oficialista debe resolver qué hacer con los gobernadores contumaces que amanecen el lunes de preaviso. Quienes permanecen en el chavismo por razones ideológicas deben buscar la manera de deslastrase de esa macolla que solo busca el pillaje y plantearse una estrategia de largo plazo, cónsona con la pluralidad y la convivencia democrática.

 

 

: José Guerra

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